El Congreso Eucarístico ante una grave realidad
Los obispos de México en su reciente Exhortación Pastoral Que en Cristo, Nuestra Paz, México Tenga Vida Digna, sobre la Misión de la Iglesia en la Construcción de la Paz, para la vida digna del pueblo de México, nos han presentado un diagnóstico muy certero y un panorama verdaderamente crítico de la realidad que vive hoy nuestra patria. Sus palabras son elocuentes: “Con esta Exhortación Pastoral queremos compartir nuestro discernimiento sobre la misión de la Iglesia en la realidad de inseguridad y violencia que se vive en nuestro país y alentar la esperanza de quienes por esta razón viven con miedo, con dolor e incertidumbre. La Iglesia cumple su misión siguiendo los pasos de Jesús y haciendo suyas sus actitudes (Cf. Mt 9,35-36); de Él aprendemos la sublime lección de anunciar el Evangelio de la paz con la confianza puesta en la fuerza transformadora del Amor”.Su diagnóstico general es muy alarmante: “En los últimos meses, en toda la geografía nacional, suceden hechos violentos, relacionados, en numerosas ocasiones, con la delincuencia organizada; esta situación se agrava día con día… Esta situación repercute negativamente en la vida de las personas, de las familias, de las comunidades y de la sociedad entera; afecta la economía, altera la paz pública, siembra desconfianza en las relaciones humanas y sociales, daña la cohesión social y envenena el alma de las personas con el resentimiento, el miedo, la angustia y el deseo de venganza”.Los obispos presentan también, en su importante documento, criterios de discernimiento y líneas de acción que nos permiten enfrentar esta situación angustiosa con esperanza y decisión al asumir un auténtico y justo compromiso de fe: “En el seguimiento de Jesucristo, aprendemos de Él mismo su compasión entrañable ante el dolor humano; su cercanía a los pobres y a los pequeños; y su fidelidad a la misión encomendada. Contemplando lo que Él hizo, con la luz de su Vida y de su Palabra, queremos discernir lo que nosotros debemos hacer en las circunstancias que se viven en nuestra patria. Nos sentimos movidos a la compasión evangélica (Cf. Lc 10, 25-37) que nos impulsa a acercar, a los que sufren, el consuelo de la fe, la fortaleza de la esperanza y el bálsamo de la caridad”.
Mons. Salvador Cisneros G.
Parroquia Santa Teresa de Ávila