Celebramos el triunfo de Jesús sobre el pecado
Tijuana, B. C.- El Excelentísimo Señor Arzobispo Metropolitano, Don Rafael Romo Muñoz, desea una feliz pascua a todos los católicos y a la comunidad en general.
“Es para nosotros un gozo tener a Jesucristo resucitado porque él es realmente el sentido de nuestra vida, es lo que le da el sentido a nuestro ser. Y en él encontramos en realidad la respuesta de todas las cosas”, dijo el Arzobispo.
Explicó que la Semana Santa siempre se celebra durante la primera luna llena de primavera, y en la vigilia pascual, que se llevó a cabo el sábado santo, las lecturas bíblicas nos narran la historia de nuestra salvación.
Detalló uno de los pasajes que narra la liberación de los judíos de la opresión de los egipcios, y el Señor a través de Moisés y Aarón hizo entender a los judíos que se prepararan para salir durante la luna llena.
Les indicó la cena que debían comer: yerbas amargas, pan sin levadura, un cordero sin mancha ni defecto, asado y sin quebrarle ningún hueso. Y con la sangre del cordero mancharían las puertas de su casa, etc.
Al ser rescatados y pasan el mar rojo Moisés y Aarón dicen al pueblo judío: “este fue un momento salvífico, único, por lo tanto esta cena que hicimos la repetiremos cada año porque será la memoria de la salvación que el Señor hizo de su pueblo”.
Después de más de mil años Jesús celebra la que llamamos la última cena, la que conmemoran los judíos.
“Por medio del acontecimiento pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesús nosotros celebramos el triunfo de Jesús sobre el pecado, y sobre las secuelas del pecado. Una de las principales secuelas y la última, dice Jesús, el último enemigo en vencer es la muerte, es decir, la muerte como una consecuencia del pecado y que hay que superarla porque para nosotros la vida no se acaba, se transforma, porque para nosotros el tiempo es como una gestación para la eternidad”, dijo el Arzobispo.
Recordó lo dicho por el Papa Pablo VI de que el cristiano, el creyente, debe impregnar del evangelio sus realidades temporales, es decir, la fe tiene que estar en la familia, en el deporte, en el trabajo, en la empresa, en el descanso, etcétera porque la fe debe iluminar la vida.