Justicia y solidaridad

No debemos acostumbrarnos nunca a un escenario de desigualdad social y a una pobreza creciente, como si se tratara de un fatalismo insuperable o un determinismo sin salida. El problema de fondo está “en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”.

Por ello debemos implementar programas y estrategias que partan de un auténtico sentido de fraternidad: “lograr esta meta es tan importante que exige tomarla en consideración para comprenderla a fondo y movilizarse concretamente con el “corazón”, con el fin de hacer cambiar los procesos económicos y sociales hacia metas plenamente humanas”. La pobreza y la falta de recursos comienzan a superarse cuando nos encontramos en un escenario de fraternidad, solidaridad y conciencia social.

Debemos reconocer la importancia que tiene la estabilidad económica, que nuestro país ha alcanzado en los últimos años, para dar certidumbre a las inversiones que generan el desarrollo. También debemos señalar con la misma claridad que hace falta generar condiciones de justicia social para producir mayores empleos de calidad, que permitan un salario justo para una vida digna como personas, familias y sociedad.

Esto implica no sólo una modernización de las estructuras productivas, sino también una serie de reformas legales que lo favorezcan y garanticen, una serie de acuerdos políticos que estén a la altura de lo que necesita la Nación mexicana y no sólo de los intereses limitados de algunos grupos políticos o gremiales. Los empresarios están llamados a asumir una responsabilidad social que corresponde a sus actividades económicas.

La superación de la pobreza debe incluir programas para el desarrollo integral de las personas y de las comunidades, a fin de que éstas tomen la responsabilidad de su propio desarrollo. No bastan los programas sociales asistencialistas, y tampoco las acciones de gobierno que sólo se concentran a dar respuesta a situaciones de emergencia o meramente circunstanciales. Las soluciones que México requiere han de ser construidas desde la comunidad, contando con el apoyo subsidiario de otras dimensiones de la vida social y del Estado.

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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