Deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano
Viernes 26
Lectura
Evangelio según San Mateo 5,20-26.
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los
escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes
han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata,
debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que
se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y
todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el
que lo maldice, merece la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al
presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene
alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a
reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu
ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario,
mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al
juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
REFLEXIÓN
Hoy, viernes, el Evangelio nos invita a pensar en nuestra conversión
cuaresmal, porque también en nuestra vida puede darse el pecado.
Es un programa exigente el que Jesús nos propone para la conversión
pascual: que nuestra santidad sea más perfecta que la de los fariseos
y letrados, que era más bien de apariencias y superficial. No podemos
contentarnos con «no matar», sino que hemos de llegar a «no estar
peleado con el hermano» y a no insultarle. La conversión de las
actitudes interiores, además de los hechos exteriores: los juicios,
las intenciones, las envidias y rencores. No sólo reconciliarse con
Dios, sino también con el hermano. Y, si es el caso, dar prioridad a
este entendimiento con el hermano, más incluso que a la ofrenda de
sacrificios a Dios en el altar.
¿Cómo podremos celebrar con Cristo la Pascua, el paso a la nueva vida,
si continuamos con los viejos rencores con los hermanos? «Ve primero a
reconciliarte con tu hermano». No esperes a que venga él: da tú el
primer paso. Cuaresma no sólo es reconciliarse con Dios, sino también
con las personas con las que convivimos. En preparación a la Pascua
deberíamos tomar más en serio lo que se nos dice antes de la comunión
en cada Misa: «daos fraternalmente la paz».
ORATIO
Señor, tú que eres justo en todos tus caminos y santo en todas tus
obras: hoy tu mandato nos desconcierta porque remueve el abismo de
nuestro corazón. Nos pides una justicia mayor -la pureza interior,
cumplimiento de la Ley- y nosotros nos descubrimos siempre demasiado
injustos.
Perdona, Señor, los pensamientos y sentimientos malos que no
desarraigamos en cuanto surgen en nuestro interior y que, tal vez,
irritados por la envidia, se traducen en malas palabras, en juicios
negativos. A cuántos habremos matado de este modo sin darnos cuenta,
nosotros, que tan fácilmente juzgamos cualquier infracción de la Ley,
que tan fácilmente condenamos al que se equivoca en la vida e incluso
reprobamos el exceso de indulgencia con el arrepentido. Ten piedad de
nosotros, Señor, ven cada día a purificarnos el corazón del pecado,
que siempre aflora infectando nuestras intenciones y acciones.
Monseñor Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila