Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre
LECTIO
Evangelio: Mateo 13,36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a la casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: -Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
Jesús les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino, y la cizaña, los hijos del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores, los ángeles. Así como se recoge la cizaña y se hace una hoguera con ella, así también sucederá en el fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino a todos los que fueron causa de tropiezo y a los malvados y los echarán al horno de fuego. Allí llorarán y les rechinarán los dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos que oiga.
VERSOS PARA ORAR EN VERANO: Vacaciones con Dios
1. La luz
REGALO
Me ha mirado
y me ha dado su sonrisa
sin pasarme factura
(¿cuánto vale la sonrisa de un niño?).
Luego ha agitado
alborozadamente
sus tiernos brazos diminutos
y ha vuelto a sonreír
(aún no tiene otro idioma).
Cada sonrisa es nueva,
distinta, irrepetible,
única… La disfruto
con renovado asombro
como se estrena el sol cada mañana.
Él no me dice ‘para ti’,
nunca pone la firma
para dejar constancia;
me la regala simplemente,
lo mismo que la rosa
es rosa y se regala sin saberlo.
Ni siquiera he podido darle gracias,
no me hubiera entendido
(‘¿gracias, por qué?’).
Él se entrega sin más en su sonrisa
y no sabe
ni sospecha siquiera que está siendo
con ello,
limpiamente,
transparencia de Dios.
MÁS LUZ
A medio día,
cuando el sol era un estallido de luz,
el pesimista entró en su guarida,
cerró la puerta,
bajó la persiana,
tapó todas las rendijas,
y se puso a gemir,
lleno de angustia,
porque ¡era de noche!
Fue entonces cuando Dios,
que se hallaba allí dentro,
le dijo con voz clara al oído:
abre la ventana,
abre los ojos,
abre el corazón,
y canta.
Canta, salta, ríe,
alégrate.
Y no peques contra la luz.
ORATIO
Señor Jesús, tu viviste una intimidad intensísima con Dios. Le llamabas «Abbá», con toda la ternura familiar que tal nombre incluye. De este modo, abriste un camino nuevo en la humanidad por lo que respecta a las relaciones con el misterio magno y último de la realidad, con ese misterio que nosotros llamamos Dios.
Muchos de los hombres de tu tiempo no te comprendieron; más aún, fueron muchos los que se escandalizaron y te intimaron y condenaron por esto como blasfemo. Estaban acostumbrados a un modo de tratar con Dios que se inspiraba más en el temor y en la distancia que en el amor y la proximidad. Pero también hay hombres y mujeres en nuestros días que no te comprenden en este punto, y tal vez entre ellos estemos también nosotros mismos. Más de una vez ofrecemos el terreno de nuestros corazones a la cizaña sembrada por el enemigo, y la buena semilla de tu manera de invocar a Dios y de relacionarte con él queda ahogada por nuestra ceguera y por nuestra hipocresía.
Queremos decirte, Señor, que creemos en ti y, como el apóstol Felipe en la última cena, te repetimos con fe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta» Jn 14,8.
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila