Mensaje de Beata Teresa de Calcuta para el mundo de Hoy
“Ven se mi Luz” IX
Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero. [Juan 17:3] La vida eterna, el paraíso, el destino para que seamos creados, es conocer a Dios. Ese Dios “que habita en una luz inaccesible, a quien no ha visto ningún ser humano ni le puede ver” (1 Tim. 6:16) quiere ser conocido, “porque yo quiero conocimiento de Dios, más que holocaustos” [Oseas 6:6].La iglesia nos enseña en el catecismo “Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad… Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.” Dios es el primero que sale a nuestro encuentro. En su amor Dios, no sólo nos crea, sino que se digna a darse a conocer. El lo que anhela y desea es derramar su amor, compartir con nosotros su misma vida divina. Esta revelación de sí mismo, El la hace gradualmente, primero esta, la hace en la creación, es ahí que ya puedo empezar a conocer a Dios. “Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables” [Romanos 1:20] Pero esta revelación no queda sólo en el mero descubrirse a través de su obra, ya que esta revelación podría ser muy ambigua y prestarse a tantos malos entendidos, pero esta revelación va mas allá, hablándonos a través de los profetas, “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas”[Hebreos 1:1] y aún más viniendo El mismo a darse a conocer, haciéndose uno de nosotros: en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo [Hebreos 1:2]. Si miramos, toda la Sagrada Escritura, toda la historia de la salvación y la quisiéramos resumir, lo podríamos hacer en pocas palabras. La biblia es la historia de un Dios, que siendo amor, decidió crearnos por amor, para concedernos el don de su intimidad, de su amistad, de su amor. Eso era el paraíso. El paraíso es esa intimidad de amor de la creatura con Dios. Pero Nosotros preferimos rechazar esa amistad, ese amor, no confiando en El y pecando. Perdimos el paraíso; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios -[Romanos 3:23] o sea todos perdimos la manifestación, el conocimiento íntimo de ese su amor y bondad. Pero su amor, su anhelo, su sed por nosotros no se quedo ahí. Lo llevó hacerse uno de nosotros, hasta morir en la Cruz por nosotros para revelarnos así el corazón de Dios-Padre, que desea y anhela atraernos de nuevo hacia su corazón, hacia el mar infinito de su amor incondicional y misericordioso.. Ya nos lo decía Beata Teresa de Calcuta hablando de la Semana Santa y especialmente del Tridum Pascual: “Los misterios… de la Semana Santa y de la Pascua…, [son los que] mejor revelan la profundidad de la sed de Dios de atraernos de nuevo a su amor”.Esta revelación, no puede quedarse ahí, como un conocimiento abstracto y frío, pero debe ser personal e íntima, por eso Dios se revela a cada persona a través de la fe. Cada ser humano debe conocer este amor, cada persona debe tener un encuentro personal con su amor. Por eso San Pablo nos dice: (Dios) quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. [1 Timoteo 2:4] ¿Cuál es esa verdad, sino El mismo? Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. [Juan 14:6] Busquemos, tener un encuentro con Dios, conocer su amor, pidamos esa gracia a María. Y desde ahí construiremos toda nuestra fe y vida como católico. El te está esperando, El está al la puerta de tu corazón: Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. [Apocalipsis 3:20] ¿Qué esperas para abrirle tu corazón, e invitarlo a entrar?
Pbro. Sergio Clavijo M.C.
Parroquia Nuestra Señora de la Confianza
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