Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor

Jueves de la quinta semana de pascua

 LECTIO

Evangelio: Juan 15,9-11

Jesús continuó hablando a sus discípulos: “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.

 

ORATIO

Señor Jesús, ayúdame a mirar hacia lo alto para tener el valor de mirar hacia abajo. Ayúdame a mirarte a ti, en el esplendor de los santos; a ti, completamente vuelto al Padre, que eres una sola cosa con él desde la eternidad. Fija mi mirada en ti para que también yo sea capaz de descender y hacer lo que tú has hecho. Y es que servir un poco puede resultar fácil, pero convertir toda la vida en un servicio es bastante difícil. Servir a los que no lo merecen, a los que no son agradecidos, a los que te rechazan, es todavía más arduo.

Te ruego que infundas en mi corazón ese amor tuyo arrollador, ese amor tuyo concreto, humilde, que has recibido del Padre y que ha plasmado tu vida, para que también yo pueda hacer lo que tú me dices que es preciso para ser discípulo tuyo. Mi servicio no será así un arrastrarse de manera penosa; mi perseverancia en un servicio exento de gratificaciones será fuente de felicidad, porque estaré poseído por la felicidad que viene de ti, esa felicidad que prometiste a los que dejan sitio a tu manera de amar.

 

CONTEMPLATIO

No habría aprendido yo a amar al Señor
si él no me hubiera amado.
¿Quién puede comprender el amor,
sino quien es amado?

Yo amo al Amado,
a él ama mi alma:
allí donde está su reposo,
allí estoy yo también.

Y no seré un extraño,
porque no hay envidia junto al Señor altísimo,
porque quien se une al Inmortal
también será inmortal,
y quien se complace en la vida
viviente será.

Que permanezca tu paz conmigo, Señor,
en los frutos de tu amor.
Enséñame el canto de tu verdad,
de suerte que venga a mí como fruto la alabanza,
abre en mí la cítara de tu Espíritu Santo
para que te alabe, Señor, con toda melodía.
Prorrumpo en un himno al Señor porque soy suyo
y cantaré la canción consagrada a él
porque mi corazón está lleno de él
(de las Odas de Salomón).


ACTIO

Repite: «Permaneced en mi amor» (Jn 15,9b).


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