Los caminos para la reconciliación

Una de las grandes tareas pendientes en nuestra historia es la reconciliación entre todos los que formamos esta gran Nación. Reconciliación con nuestro pasado, aceptando nuestras raíces indígenas y europeas. Reconciliación con cada una de nuestras etapas históricas que han conformado nuestra cultura e identidad nacional: el Virreinato, la Independencia, la Reforma, la Revolución.

Reconciliación entre las distintas formas de pensar, erradicando los radicalismos y las intolerancias de cualquier signo. Reconciliación de las distintas clases sociales, superando el desprecio y la desconfianza de unos y otros para buscar el desarrollo de todos, sin injusticias ni discriminaciones.

Uno de los tropiezos más graves después del movimiento de Independencia fue el enfrentamiento ideológico que dividió al País y nos llevó a rencores casi insuperables.

Detrás de la Revolución hay también una serie de desencuentros que nos han llevado a ver como enemigos a quienes deberíamos ver como conciudadanos, compatriotas y hermanos. Ahora, al iniciar la ruta hacia la consolidación democrática, vuelve a aparecer la discordia que paraliza los caminos de progreso y desarrollo, por la intolerancia de unos y la falta de compromiso de otros.

Nuestra clase política debe crecer hacia una madurez intelectual que les lleve a una altura de miras, para anteponer el bien superior de la Nación a los intereses personales, partidistas y de poder.

Sin una reconciliación política basada en el diálogo, el reconocimiento de adversarios ideológicos y el respeto de las instituciones, no hay progreso posible. Los católicos estamos comprometidos para colaborar en la construcción de esta gran Nación Mexicana; estamos identificados con el rostro mestizo de Santa María de Guadalupe, signo de nuestra mexicanidad y de nuestra esperanza.

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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