Cardenal Parolin en México: “Ante la situación del país como la barca sacudida por los vientos, la misión de los bautizados es dar testimonio de fe y la responsabilidad”

Pastoral para la Comunicación. – El Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano, en su visita a México durante la homilía en la Santa Misa celebrada el domingo 20 de junio de 2021, en la Insigne y Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en México, recordó que, la última vez que estuvo en esta Basílica fue cuando acompañaba al Papa Francisco en su inolvidable viaje a México, en febrero de 2016.

Al comentar el Evangelio de este XII Domingo del Tiempo Ordinario, el Cardenal Parolin dijo que, “esa barca en medio de la tormenta es símbolo de tantas circunstancias que debemos experimentar de manera personal y social, en nuestras familias y en nuestras naciones, en nuestras comunidades y en toda la Iglesia”. No podemos dejar de pensar en lo que estamos viviendo en nuestros días a causa de la pandemia. Esta nueva realidad, que ha azotado al mundo entero, nos ha hecho sentir nuestra fragilidad humana, paralizando nuestras actividades, afectando nuestra salud y llenando de luto a muchas familias, ante la aparente ausencia de Dios. En medio de tantas pruebas, la Iglesia, como familia de familias, ha tratado de estar cerca, de acompañar, de orar, de interceder por tantas personas heridas profundamente no sólo en su cuerpo sino también en su espíritu.

Ante la Emperatriz de las Américas, -señaló el Cardenal Parolin- cómo no pensar también en la barca sacudida por los vientos y las olas, en la situación que México, como muchos otros países latinoamericanos, vive desde hace muchos años: la desigualdad social, la pobreza, la violencia del crimen organizado, la división por causas políticas, sociales y hasta religiosas. “Un México que tiene necesidad de reconciliarse consigo mismo, de reencontrarse como hermanos, de perdonarse mutuamente, de unirse como sociedad superando la polarización. Un México que sepa mirar su historia para no olvidar la gran riqueza de sus raíces y la herencia en los valores que han forjado su identidad a lo largo de muchas generaciones. Como creyentes, podemos afirmar que el encuentro con Jesucristo ha sido y sigue siendo el don más valioso y trascendente para los pueblos y las culturas de esta Nación y del Continente Americano”.

Para ello, necesitamos reavivar y profundizar nuestra fe. Necesitamos también nosotros aquella fe que nos pide Jesús en el Evangelio de hoy, contra todo desaliento, temor o desconcierto. Necesitamos la fe de María, la fe que la hace grande, bienaventurada, como la saludaba su prima Isabel. Al mismo tiempo, confiamos a la intercesión de la Santísima Virgen y de su esposo san José, de quien celebramos el Año jubilar, a todos los padres. Hoy, si no me equivoco, se celebra en México el Día del Padre. Sabemos qué delicada y compleja es su misión, una misión que hoy se ha vuelto más difícil. Los encomendamos a todos a Aquella que fue esposa y madre amorosa en la casa de Nazaret.

La Palabra de Dios que hoy hemos proclamado – afirmó el Cardenal Parolin – nos habla de la misión: de la del Profeta Isaías, de la específica del apóstol Pedro e, indirectamente, de la misión de todos los bautizados, que han recibido la tarea de testimoniar su fe y de anunciar la Buena Noticia a todos, y de manera especial a los pobres, a los que están desanimados, a los prisioneros, a los últimos. Esta misión de los discípulos es posible en virtud de otra misión originaria, la de Dios Trinidad, que en Jesús revela la profundidad del amor divino y de su sabio proyecto de salvación para la humanidad. Por tanto, el Evangelio refuerza nuestra esperanza y nos invita a ser responsables. Dice a todos, y de manera especial a cada Obispo, que tengan confianza y valentía, invita a ser creativos, propositivos, emprendedores y, al mismo tiempo, enseña que lo esencial para lograr el éxito de un buen proyecto es mantener una constante y estrecha relación con el Señor.

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