El Diezmo una vivencia: eclesial, espiritual y pastoral
Pastoral para la Comunicación. -El origen del diezmo es muy antiguo, pues en el ámbito religioso ya se habla de él en el Antiguo Testamento. Según su etimología la palabra diezmo se entendía por la décima parte de los frutos que provenían de los campos y animales; pero ojo, que aquí sólo se habla de productos (de aceite, de trigo, del vino, etc.), no de dinero. Se sabe para los especialistas que el primer diezmo que aparece en la Biblia fue el dado por Abram (quien se llamaría después Abraham) al sacerdote Melquisedec en acción de gratitud (Génesis 14, 20).
El Diezmo no tiene un sentido de “impuesto”; lo que la Iglesia desde el principio solicitaba es el ejercicio de la caridad en corresponsabilidad, comprendida como una aportación libre y voluntaria, fruto de la fe de los feligreses para hacer frente a las necesidades materiales de toda la comunidad eclesial. El quinto precepto de la Iglesia indica la oportunidad de ayudarla en sus múltiples necesidades materiales, pero cada quién según su posibilidad.
Cabe recordar que estas aportaciones de los fieles, si bien es cierto cumplen con el quinto precepto de la Iglesia, serán siempre cifras simbólicas, porque las necesidades de la Iglesia universal son inmensas, apremiantes y constantes.