El Papa Emérito Benedicto XVI: nos ofrece una catedra sobre los “Reyes Magos”

Pastoral para la Comunicación.- El Papa Emérito Ratzinger explica en su último libro sobre “La infancia de Jesús”, que el relato evangélico de los Reyes Magos es histórico y no solo una narración catequética de la primera comunidad cristiana. Concentrando con una síntesis sobre lo esencial y con pluma  de excelente docente las principales teorías sobre el origen y significado del episodio de los, hasta ahora, sabios de Oriente. Pero ¿y si llegaron de Occidente? No se sabe. Podían proceder de Persia en Oriente. Pero Benedicto XVI aventura otra hipótesis que deja abierta y no desarrolla. Podían ser reyes de Tarsis, un lugar que se situaba en África o quizá en el sur de la península ibérica, como centro de la cultura tartésica que floreciá en ese espacio geográfico.

En su obra, responde el maestro Ratzinger qué tipo de hombres eran aquellos que se pusieron en camino hacia el Rey Jesús: “Tal vez fueran astrónomos, pero no a todos los que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey en Judá, que tenía importancia también para ellos. Para que la estrella pudiera convertirse en un mensaje, debía haber circulado un vaticinio como el del mensaje de Balaán”. Diversos factores, explica, “podían haber concurrido a que se pudiera percibir en el lenguaje de la estrella un mensaje de esperanza. Pero todo ello era capaz de poner en camino sólo a quien era hombre de una cierta inquietud interior, un hombre de esperanza, en busca de la verdadera estrella de la salvación”.

En la argumentación de Benedicto XVI, los hombres de los que habla el evangelista Mateo no eran únicamente astrónomos. “Eran ´sabios´; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra”.

“Podemos decir con razón –afirma- que representan el camino de las religiones hacia Cristo, así como la autosuperación de la ciencia con vistas a él. Están en cierto modo siguiendo a Abraham, que se pone en marcha ante la llamada de Dios. De una manera diferente están siguiendo a Sócrates y a su preguntarse sobre la verdad más grande, más allá de la religión oficial. En este sentido, estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos”.“La promesa contenida en estos textos –añade- extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo Occidente (Tarsis-Tartesos en España), pero la tradición ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa. El rey de color aparece siempre: en el reino de Jesucristo no hay distinción por la raza o el origen. En él y por él, la humanidad está unida sin perder la riqueza de la variedad”.

Tartessos o Tartéside fue el nombre con el que los griegos conocían a la que creyeron primera civilización de Occidente. Posible heredera de la edad del Bronce final atlántico, se desarrolló en el triángulo formado por las actuales provincias de Sevilla, casi toda, y parte de las de Huelva y Cádiz, en la costa suroeste de la península Ibérica, influyendo sobre las tierras del interior y el Algarve portugués. En todo caso, los Reyes Magos no podían proceder del Tartessos de la península ibérica mientras que, como no se sabe muy bien donde estaba la Tarsis de la Biblia, toda posibilidad queda abierta.

Sin embargo, a Benedicto XVI le interesan menos estos datos históricos, en los que tampoco profundiza, para detenerse en el significado profundo del hecho para nuestra fe.

Concluye con una argumentación decisiva: “…los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan únicamente a las personas que han encontrado ya la vía que conduce hasta Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo”.

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