El Poverello de Asís una respuesta a nuestro Tiempo
Pastoral de la Comunicación
Tijuana, B.C.- ¿Qué pensaría San Francisco del mundo actual? Y aplicar algunas máximas de su espiritualidad a la ajetreada contemporaneidad nos va bien. San Francisco de Asís, sigue siendo no sólo un “Santo Universal” como una gran mayoría le reconoce, sino su vida y testimonio siguen actuales a nuestra vida 800 años después de que caminó en este mundo. El “Pobre” de Asís fue hijo del siglo XIII, fue su tiempo, ni mejor ni peor que los siguientes. Nosotros somos hijos del siglo XXI. Es nuestro siglo. Ni mejor ni peor que todos los anteriores. En una sociedad como la nuestra, en la que, frente a Dios, el hombre no sabe ser hijo; y, frente al hombre, no sabe ser hermano; y, frente a las cosas, no sabe oír su canto ni cantarlas por no saber ser señor de las mismas, aquel lejano y siempre actual Poverello de Asís no deja realmente de ser un mensaje para hoy” (M. Díez Presa).
“Francisco, un santo con enigma” ya que lo era ya para sus contemporáneos y lo sigue siendo para nosotros. Con el Santo de Asís sucede como con una obra de arte, o con las percepciones elementales de nuestros sentidos. Propiamente hablando una obra de arte no puede ser descrita. El que no la ha visto, oído y tocado no puede lograr una representación adecuada de la misma. Para sus biógrafos Francisco fue “un hombre original y único en una forma que apenas es posible definir concretamente y por ellos era, en lo que tenía de más personal y suyo, rigurosamente incomparable…” (Joseph Lortz). En este sentido, encontrar a san Francisco de Asís es una aventura del espíritu, dulce, fuerte, inquietante, siempre nueva.
Algunos rasgos válidos para la vivencia espiritual de hoy que ofrece la rica espiritualidad de S. Francisco nos presenta a un hombre provocado por la Palabra, desde ella se ha convertido a un amor sin límites, forja un camino de fe en el abondo y la confianza, desde la convicción de la fraternidad fragua la amistad con Jesús despojado de todo, en su identidad como hombre del Evangelio que lleva por nuevos caminos de simplicidad, dando origen a la espiritualidad de “vivir el Evangelio día a día”, de manera que el cristiano reconozca su pequeñez y humildad especialmente en la relacionalidad de la amistad con el prójimo.
Francisco de Asís, hombre profundamente enraizado en su tiempo y, a la vez, “peregrino del absoluto”, parece encaminarse sólo hacia regiones desconocidas, extrañas e impracticables a nuestros pasos cotidianos. Ojos y corazón lo persiguen con el estupor de una pregunta: ¿Está él lejano de nosotros o estamos nosotros lejos de vivir la verdad de nosotros mismos?
Cfr. Lorenzo Alcina, Francisco de Asís y Carlos de Foucauld, testigos de la amistad evangélica, Iesus Cáritas, 1/83, 24-32.