El encuentro con Cristo
Jesús es el inicio de un hombre nuevo que surge en la historia y al que llamamos discípulo de Cristo: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
Esto es justamente lo que, con presentaciones diferentes, nos han conservado todos los Evangelios como el inicio del cristianismo: un encuentro de fe con la persona de Jesús.
La naturaleza misma del cristianismo consiste, por lo tanto, en reconocer la presencia de Jesucristo y seguirlo. Esa fue la hermosa experiencia de aquellos primeros discípulos que, encontrando a Jesús, quedaron fascinados y llenos de estupor ante la excepcionalidad de quien les hablaba, ante el modo cómo los trataba, correspondiendo al hambre y sed de vida que había en sus corazones.
El evangelista Juan nos ha dejado plasmado el impacto que produjo la persona de Jesús en los dos primeros discípulos que lo encontraron, Juan y Andrés.
Todo comienza con una pregunta: “¿qué buscan?” (Jn 1, 38). A esa pregunta siguió la invitación a vivir una experiencia: “vengan y lo verán” (Jn 1, 39).
Esta narración permanecerá en la historia como síntesis única del método cristiano.
En el hoy de nuestra ciudad, se levanta la misma pregunta llena de expectativa: “Maestro, ¿dónde vives?” (Jn 1, 38), ¿dónde te encontramos de manera adecuada para abrir un auténtico proceso de conversión, comunión y solidaridad?
¿Cuáles son los lugares, las personas, los dones que nos hablan de ti, nos ponen en comunión contigo y nos permiten ser discípulos y misioneros tuyos?
Mons. Salvador Cisneros G.
Parroquia Santa Teresa de Ávila