Unida la familia es fuerte
Amigos lectores: que la presente los encuentre gozando del tesoro de la buena salud. Porque las enfermedades rondan por doquier. Van para todos mis mejores deseos. Que los niños estén creciendo y aprendiendo, los jóvenes aplicados y estudiando, trabajando y superándose, porque los “ni-nis” ( jóvenes que no trabajan ni estudian) no tienen futuro, que los esposos se quieran porque “sin el amor que encanta, la soledad del ermitaño espanta, pero es más espantosa todavía, la soledad de dos en compañía”. Que los padres se dediquen con pasión a sacar adelante a sus hijos porque si no, qué cuentas van a dar? “Hijo de tigre, pintito”. O ‘de tal palo, tal astilla”. Y se cuiden y mimen mutuamente. El padre es como quien lleva las riendas de la casa y la madre como un sol que con sus rayos irradia luz y calor al hogar. Que los abuelos y ancianos (adultos en plenitud o de la tercera edad) soportando con paciencia los achaques porque….. “ viejos los cerros” (y reverdecen) y repartiendo dulzura y destilando sabiduría, den un testimonio a todos. Unida la familia es fuerte. Recuerdo la caricatura de dos “chivitas” amarradas entre sí que tienen cerca sendos montoncitos de comida un tanto separados. Cada una quiere alcanzar la comida por su lado, pero no puede por más que jala. Qué tienen que hacer? Pues comerse las dos juntas primero un montoncito y luego juntas y en armonía el otro. Deseo compartirles algo acerca de la semana Santa que ya está próxima. Y no me refiero a sugerirles sitios a dónde ir: Acapulco, Mazatlán, San Felipe, Disneylandia, Rosarito, Ensenada, Mulegé, Sierra de Juárez, la de San Pedro, o las playas de La Misión o Puerto Peñasco. No. Tampoco enseñarles recetas: capirotada, romeritos, tortitas de camarón. De paso les recomendaría que si salen, no dejen de buscar porque “el que busca encuentra”, un templo por sencillo que sea, a donde acudan a orar. Me refiero pues, a las actividades que se tendrán en las Parroquias. Miren. El domingo 28 es domingo de Ramos. Ese día se bendicen las palmas que los fieles traen en sus manos. Con ellas se recuerda cuando Jesús entró en Jerusalén para sufrir por nosotros. El iba montado en un burrito. Este debió haber ido muy contento cargando a Cristo, aunque sabía bien que los aplausos y “hurras” no eran para él sino para el que iba montado en él. La gente salía a las calles a aclamarlo agitando las palmas y gritando “hosanna”, palabra que ha quedado tal cual en nuestra liturgia, para expresar júbilo. La palma es un árbol hermoso que crece por doquier, más en esta región. Las hay de diversas especies. Algunas crecen gigantes, delgaditas, erguidas y esbeltas se mecen y bailan al compás del viento que las acaricia. Simbolizan la victoria. Ese día sobre todo hay que gritar “vivas” a Cristo. Por tanto les recomiendo que se “aprevengan” con sus palmas. No faltará algún vecino que se las obsequie. El miércoles de la Semana Santa se reúne el Obispo con su presbiterio. Bendice los oleos que habrán de llevarse a todas las parroquias. Procuraré la próxima semana explicarles el resto de la Semana Santa invitándolos desde luego a vivir, no como turistas curiosos, sino como fieles atentos, piadosos y silenciosos, los misterios culminantes de Jesús con los cuales nos alcanzó la salvación y la vida eterna. El silencio, el recogimiento y la oración son altamente recomendables. Que Dios me los bendiga.
Monseñor Eduardo Ackerman Durazo
Parroquia Santa María Reina de la Paz