Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
Oración para la corona de Adviento
Segunda semana
Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto.
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!
Lunes de la segunda semana de adviento
8 de diciembre
Fiesta de la Inmaculada concepción de María
Evangelio: Lucas 1,26-38
Al sexto mes, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven prometida con un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo: -Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Al oír estas palabras, ella se turbó y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo: -No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin.
María dijo al ángel: -¿Cómo será esto, si yo no tengo relaciones con ningún hombre? El ángel le contestó: -El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible.
María dijo: -Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices. Y el ángel la dejó.
ORATIO
Oh María, toda santa, todo el paraíso se goza en ti. Con tu belleza consoladora reafirma nuestro corazón para que sepamos comprender la esperanza a la que Dios nos ha llamado, el tesoro de gloria que nos espera en la eterna comunión de los santos.
Oh María, icono de la interioridad, te miramos en tu humilde y fiel permanecer recogida bajo la mirada de Dios, abandonada al poder del Altísimo. Por tu maternal intercesión haz que se derrame abundantemente la gracia del Señor sobre nosotros que contemplamos el inefable misterio de tu belleza, para vivir también nosotros profundamente, allí donde mana con perenne juventud la fuente del amor.
Oh Virgen purísima, que nos has engendrado en el Hijo unigénito de Dios, hijos tuyos de adopción, enséñanos el camino de la caridad sincera, del humilde servicio y del celo infatigable, para que también nuestra vida sea fecunda en la gracia a fin de que todos lleguemos a la presencia del Altísimo «santos e irreprochables por el amor».
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila