Laudes – JUEVES V SEMANA DE CUARESMA 2020

Jueves, 2 de abril de 2020.

 

  1. Señor, abre mis labios.
  2. Y mi boca proclamará tu alabanza.
  3. Dios mío, ven en mi auxilio.
  4. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno 1

Este es el día del Señor.

Este es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos

ya no enrojeceremos

a causa del antiguo

pecado de tu pueblo.

Arrancarás de cuajo

el corazón soberbio

y harás un pueblo humilde

de corazón sincero.

En medio de las gentes

nos guardas como un resto

para cantar tus obras

y adelantar tu reino.

Seremos raza nueva

para los cielos nuevos;

sacerdotal estirpe,

según tu Primogénito.

Caerán los opresores

y exultarán los siervos;

los hijos del oprobio

serán tus herederos.

Señalarás entonces

el día del regreso

para los que comían

su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!

¡Alégrese mi pueblo!

Porque el Señor que es justo

revoca sus decretos.

La salvación se anuncia

donde acechó el infierno,

porque el Señor habita

en medio de su pueblo.

 

Salmodia

Antífona 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

 

Salmo 56

 

Oración matutina de un afligido

Este salmo canta la pasión del Señor. (S. Agustín)

 

Misericordia, Dios mío, misericordia,

que mi alma se refugia en ti;

me refugio a la sombra de tus alas

mientras pasa la calamidad.

 

Invoco al Dios altísimo,

al Dios que hace tanto por mí:

desde el cielo me enviará la salvación,

confundirá a los que ansían matarme,

enviará su gracia y su lealtad.

 

Estoy echado entre leones

devoradores de hombres;

sus dientes son lanzas y flechas,

su lengua es una espada afilada.

 

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria.

 

Han tendido una red a mis pasos

para que sucumbiera;

me han cavado delante una fosa,

pero han caído en ella.

 

Mi corazón está firme, Dios mío,

mi corazón está firme.

Voy a cantar y a tocar:

despierta, gloria mía;

despertad, cítara y arpa;

despertaré a la aurora.

 

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;

tocaré para ti ante las naciones:

por tu bondad, que es más grande que los cielos;

por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

 

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria.

 

Antífona 2: «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

 

Antífona 3: Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

 

Lectura Breve

Hb 2, 9b-10

 

Vemos a Jesús coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Pues como quisiese Dios, por quien, y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación.

 

Responsorio Breve

  1. Él me librará de la red del cazador.
  2. Él me librará de la red del cazador.
  3. Me cubrirá con su plumaje.
  4. Él me librará de la red del cazador.
  5. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
  6. Él me librará de la red del cazador.

 

Canto Evangélico

Antífona: Decía Jesús a los judíos y a los príncipes de los sacerdotes: “El que procede de Dios da oídos a las palabras de Dios. Por eso no las escucháis vosotros, porque no sois de Dios.”

 

Benedictus Lc 1, 68-79

 

El Mesías y su precursor

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo,

por boca de sus santos profetas.

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

Glorifiquemos a Cristo, nuestro Señor, que resplandece como luz del mundo para que siguiéndolo no caminemos en tinieblas, sino que tengamos la luz de la vida, y digámosle: Que tu palabra, Señor, sea luz para nuestros pasos.

Cristo, amigo de los hombres, haz que sepamos progresar hoy en tu imitación,

— para que lo que perdimos por culpa del primer Adán lo recuperemos en el segundo.

Que tu palabra sea siempre luz en nuestro sendero,

— para que, realizando siempre la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas en ti.

Enséñanos, Señor, a trabajar por el bien de todos los hombres,

— para que así, por nuestra acción, la Iglesia ilumine a toda la sociedad humana.

Que por nuestra sincera conversión crezcamos en tu amistad,

— y expiemos las faltas cometidas contra tu bondad y tu sabiduría.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a decir:

 

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga tu reino,

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en tentación,

y líbranos del mal.

 

Oración

Oremos:

 

Escucha nuestras súplicas, Señor, y mira con amor a los que han puesto su esperanza en tu misericordia; límpialos de todos sus pecados, para que perseveren en una vida santa y lleguen de este modo a heredar tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Conclusión

 

  1. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
  2. Amén.

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