Mensaje de Beata Teresa de Calcuta para el mundo de hoy
“Ven se mi Luz” (Continuación de la semana anterior.)
La beata Teresa de Calcuta siempre hablaba del día de la inspiración. El 10 de septiembre de 1946 Beata Teresa mientras viajaba desde Calcuta a Darjeeling (una ciudad en las montañas de la india), tuvo un encuentro vivo, una experiencia que podríamos llamar mística. Ella dijo que este encuentro fue gracia de “Luz y amor”[i]. Esta experiencia, fue para ella decisiva para el resto de su vida, una experiencia que modificó el rumbo de su vida. Desde ese día ella no sería más la misma. ¿Pero qué paso ese día? ¿Qué fue realmente esa gracia? Ella por humildad quiso como María Santísima guardar todo en su corazón (Luc 2:19), por eso ella no habló mucho de su experiencia. No quería llamar la atención hacia su persona. Pero a pesar de eso ella dejó vislumbrar a sus hijos espirituales (los integrantes de la familia Misionera de la Caridad) algo de esa gracia. Ella hablando de esa “fuerte gracia de luz y amor” que había dado origen a toda su obra, habla de “las profundidades del infinito anhelo de Dios de amar y de ser amado”[ii] como el lugar donde comenzó su obra. La gracia que Madre Teresa recibió, gracia que daría a luz a un nuevo carisma en la Iglesia, fue una experiencia de “las profundidades del infinito anhelo de Dios de amar y de ser amado”. Ese día Beata Teresa tuvo un encuentro vivo con Dios quien tenía sed (anhelo, deseo infinito) de amar y ser amado. La historia que P. Joseph Longford MC (co-fundador de los Padres Misioneros de la Caridad) nos cuenta, nos viene a confirmar con más claridad esta percepción de esta gracia: “Mientras trabajaba en nuestras constituciones en el Bronx, comencé a preguntarme si existiría alguna conexión entre la experiencia de Madre Teresa en el tren y las palabras de Jesús «tengo sed»…. Mientras estaba solo con Madre Teresa en el jardín delantero de nuestra casa del Bronx, le expliqué cuál había sido mi larga búsqueda para comprender mejor su «inspiración» y mi deseo de describirla con precisión en las constituciones de nuestra comunidad. Le expliqué que, para mí, lo único que daba sentido al hecho de que colocara las palabras «Tengo sed» en sus capillas era que habían surgido de su propia experiencia de la sed de Jesús y, lo que es más importante, que el encuentro con la sed divina había sido el núcleo y esencia del 10 de septiembre. Esperé en silencio una respuesta. Madre Teresa bajó la cabeza durante un momento, luego miró hacia arriba y dijo: «Sí, es verdad.» Después, tras una pausa, añadió: «Y un día debes contárselo a los demás…”[iii] La sociedad de hoy más que nunca está necesitada de escuchar este mensaje. El joven que sufre de soledad, necesita saber que Dios, no sólo lo ama, sino que tiene sed de él, que lo anhela con todo su corazón, que no puede nunca estar solo, porque Dios está con él. La mujer u hombre que sufre cualquier clase de abusos, se siente sin valor, (aún llega a sentir que se merece esos abusos) este mensaje viene a darle la buena noticia, de que vale infinitamente para alguien, quien es infinitamente grande y amoroso: Dios. El hombre y la mujer que se siente pecador, necesita saber que Dios lo está esperando, ansioso, sediento de que regrese a su amor. Necesita saber que Dios lo ama así como es, que no necesita cambiar para saberse amado por Dios. En una palabra este mensaje es luz para todos, es buena noticia para ser proclamada. (Continuará la próxima semana).
Presbítero Sergio Clavijo M.C.
Encargado de la Parroquia Nuestra Señora de la Confianza
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