Fuego que trae la paz

Seguir a Cristo requiere una opción personal consciente y muy comprometida. El evangelio de hoy nos lo dice con imágenes vivas. Cristo no trae la paz como la da el mundo.Él ha venido a traer fuego: quiere transformar, cambiar, remover. Y nos avisa que esto pone a la humanidad ante una alternativa: unos lo seguirán y otros lo van a perseguir.Si en el evangelio sólo buscamos un bálsamo para nuestras heridas, o la garantía de obtener bendiciones de Dios, no hemos entendido su intención másprofunda. El evangelio es revolucionario, dinámico, inquietante.El ser fieles al evangelio de Jesús nos produce conflictos. Estamos en un mundo que aprecia otros valores, que razona con una mentalidad que no es la de Cristo. Y muchas veces reacciona con indiferencia, hostilidad, burla o incluso con la persecución a nuestra fe. Tener fe hoy, y vivir de acuerdo con ella, es una opción seria.Siempre resulta incómodo luchar contra el sentir que nos rodea, sobre todo si es atrayente y menos exigente en sus demandas.La visión de Jesús tiene muchos puntos contradictorios con la visión humana de las cosas. Ser cristiano es optar por la mentalidad de Cristo. No se puede seguir con medias tintas.El evangelio es un programa para gente comprometida. Nos exigirá coherencia en la vida de cada día, en el terreno personal, en el familiar y sociopolítico.Sería una falsa paz conjugar fácilmente nuestra fe con las opciones de este mundo, a base de camuflar sus exigencias.La paz de Cristo, la verdadera paz, está hecha de fuego y lucha. 

Mons. Salvador Cisneros G.

Parroquia Santa Teresa de Ávila

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