La confianza en la providencia

El evangelio es una palabra que responde a nuestras situaciones. Se trata ciertamente de un problema de fe. Se trata de saber quién es el que nos libera de las preocupaciones: ¿Dios o nuestro talonario de cheques? Nos disgusta este dilema; nos gustaría poder fiarnos de los dos a la vez. Pero Jesús dice: "Nadie puede servir a dos señores".

Y lo dice porque conoce la seducción del dinero. ¡Como la conocemos nosotros! No lo queremos ante todo para vivir honradamente, aunque con sencillez, sino para estar seguros de que no nos faltará; luego lo queremos para gozar de una mayor comodidad, y finalmente es él el que manda en nuestra vida, entregándola a la triple preocupación de ganar, de comprar y de asegurar el porvenir. Entonces, decirle a Dios que nos dé nuestro pan de cada día se convierte sólo en unas palabras mecánicas.

Pero ¿es que Jesús quiere que nos portemos como gente imprudente e irresponsable? Sabemos muy bien que el problema no es ése. Vemos claramente la pregunta que Jesús nos plantea y nos gustaría soslayarla: "¿Crees que tienes un Padre en el cielo? ¿Sí o no? Si lo creo, he de rechazar esas preocupaciones a la vez inquietantes pero finalmente tranquilizantes porque son algo conocido.

¡Es mucho más terrible sumergirse en lo desconocido de la confianza! Llegar finalmente a decir: "Padre, sé que me amas y ya no tengo miedo de nada" es escoger la paz en un nivel sumamente profundo de nuestro corazón. Una paz muchas veces fácil, afortunadamente, pero que puede exigir heroísmo: "Danos hoy el pan de cada día", se convierte en un acto de fe muy consciente y en un acto de amor. "No os agobiéis por el mañana" es en adelante nuestra sabiduría. Lo que añade Jesús: "El mañana traerá su propio agobio" no está en contradicción con el triple "No estéis agobiados" que precede, sino que lo matiza.

Hay una preocupación necesaria por el trabajo, el salario, la enfermedad, el piso que comprar, el retiro que asegurar. Pero esta preocupación no es buena más que cuando se vive en el interior de la confianza en Dios. Y el signo está claro: estar en paz.

Buscar ante todo el reino es buscar ante todo a Dios, volvernos obstinadamente hacia él, estar seguros de que con él podemos salir adelante. Los que se arriesgan a esta confianza realizan una experiencia extraordinaria: la libertad del corazón.

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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