La moral de la Iglesia frente al capitalismo
Ha causado revuelo el mensaje del Papa Francisco sobre "el capitalismo salvaje como causante de la crisis, que ha enseñado la lógica del provecho a cualquier costo, del dar para obtener, del explotar sin mirar a las personas”.
No es la primera vez que un Papa crítica al capitalismo y su capacidad de generar crisis injustas. El mismo Catecismo de la Iglesia lo rechaza, ya que promueve "el individualismo y la primacía absoluta de la ley del mercado sobre el trabajo humano".
El capitalismo es inhumano, pone las cosas sobre las personas y margina a los pobres. El Papa Juan Pablo II ha ido al fondo del espíritu y la antropología del capitalismo, que antepone el beneficio personal a la vida, la dignidad y el protagonismo del ser humano.
Esta libertad deformada del individualismo posesivo que constituye al capitalismo choca de frente con la libertad espiritual del ser humano, con la ética solidaria e integral que libera a la persona; todo lo que conforma una visión antropológica y moral, espiritual y cristiana.
Los principios y los valores éticos van en contra de la raíz ideológica del capitalismo.
La solidaridad no es sólo compartir y distribuir lo superfluo.
El individualismo capitalista es una falsificación de la libertad cristiana, que es servir y comprometerse.
La economía y el mercado se deben situar en el marco moral del bien común, la solidaridad y la justicia social. El mercado tiene que ser controlado, regulado por el estado y por la sociedad civil en la búsqueda de ese bien común y la justicia social.
Es necesario no olvidar que toda esta doctrina pertenece a la misión evangelizadora de la iglesia, a su enseñanza sobre el ser humano y su actitud ética. La vida y dignidad del pobre y de la víctima, y de toda persona, se enraíza en el Dios Creador, Salvador y Vivificador, en el Dios Trinitario. La Trinidad es la fuente y modelo de solidaridad, de compromiso por el bien común, la paz y la justicia con los pobres.
Mons. Salvador Cisneros
Parroquia Santa Teresa de Ávila