NUESTRA SEÑORA DE LORETO, PATRONA DE LAS MISIONES EN BAJA CALIFORNIA

Por el Pbro. Lic. Santiago Tiscareño Flores

 

La imagen de nuestra señora de Loreto fue traída a tierras bajacalifornianas por el padre Juan María de Salvatierra, sacerdote jesuita oriundo de Milán, Italia, quien llegó en el buque Santa Elvira a la bahía de san Dionisio Corunchó, el 19 de octubre de 1697. Al encontrar un buen sitio para instalarse, desmalezaron el área, levantaron un campamento provisional con algunas enramadas y un pabellón de lona donde, -con la solemnidad y pompa que les permitían  las circunstancias-, el 25 de octubre desembarcaron la imagen de Nuestra Señora de Loreto a quien encomendaron la obra misionera y evangelizadora de la California. Tan enraizada estaba la devoción del padre Juan María de Salvatierra a esta advocación mariana, que a la primera misión fundada en estas tierras le pone el nombre de Nuestra Señora de Loreto, misma que se constituye en cabeza y madre de las californias; y es a ella, a Nuestra Señora de Loreto a quien el padre Salvatierra le encomienda la obra misionera y evangelizadora  de la California, es decir, todos los trabajos emprendidos en estas tierras para honrar al Hijo de Dios, el padre Salvatierra los pone en manos de María santísima, la madre del Salvador.

Cuando en 1939, el nuevo Administrador Apostólico Felipe Torres Hurtado, otro sacerdote profundamente mariano, llega a la Paz con algunos Misioneros del Espíritu Santo, se da cuenta que muchas misiones de la península de Baja California tenían nombres marianos, como Nuestra Señora del Pilar de la Paz Airapí, Nuestra Señora de Loreto Corunchó, Nuestra Señora de los Dolores Tagñuetiá, Nuestra Señora de Guadalupe Huasinapí, La Purísima Concepción de Cadegomó, Nuestra Señora de los Ángeles Cabujacamang, Nuestra Señora de El Rosario Wa ñia rook, Monseñor Felipe Torres Hurtado bautiza a estas tierras como “La península de María”.

En 1949 Monseñor Felipe Torres Hurtado es relevado del cargo, y en su lugar llega Monseñor Alfredo Galindo Mendoza como Obispo y  Vicario Apostólico de Baja California. Es durante su gestión episcopal que la parte sur de la península se encomienda a los Misioneros Combonianos a cuyo frente queda Monseñor Juan Giordani, y luego, el 24 de enero de 1964 la parte norte es elevada a la categoría de Diócesis por el Papa Paulo VI, y encomendada bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Loreto.

La imagen fue traída varias veces desde Loreto Baja California sur, a la ciudad de Tijuana para ser recibida primeramente en la catedral de Nuestra Señora de Guadalupe de la calle segunda, y luego a esa imagen peregrina se le recibía en varias parroquias de la ciudad. Encargado y promotor de esa visita y peregrinación de la santa imagen, fue el padre Alberto Moreno.

El 24 de Enero del 2014 se cumplían 50 años de vida eclesial Diocesana.  A fin de celebrar ese magno acontecimiento del año jubilar diocesano, Monseñor Rafael Romo Muñoz, IV Obispo y primer Arzobispo de Tijuana, juntamente con un equipo de sacerdotes que estarían a cargo de diversas comisiones, determinaron comenzar tres años antes con algunas actividades religiosas, festivas y culturales, arrancando con una Gran celebración Eucarística en el Auditorio Municipal el 25 de Octubre del 2011, y culminando el 24 de Enero del 2014 donde Nuestra Señora de Loreto ocupó un lugar preponderante.

¿Por qué se escogió el 25 de octubre para celebrar en nuestra Diócesis la fiesta de Nuestra Señora de Loreto y con ella comenzar las celebraciones del jubileo Diocesano, si en la liturgia su festividad se celebra el 10 de diciembre? Simplemente porque fue un 25 de octubre cuando se instaló por primera vez la imagen de Nuestra Señora de Loreto en suelo peninsular, también porque nuestra Señora de Loreto fue considerada patrona de las misiones de la Alta y Baja California, y porque a ella, a Nuestra Señora de Loreto se le entregó el patrocinio de Nuestra Diócesis de Tijuana.

Al encontrarnos ahora con la guía eclesiástica  de Monseñor Francisco Moreno Barrón, V Obispo y segundo Arzobispo de Tijuana, podemos apreciar en su escudo episcopal la figura estilizada de Nuestra Señora de Loreto, signo evidente del conocimiento y aprecio de este nuevo prelado hacia la figura maternal de María santísima y particularmente a la advocación de Nuestra Señora de Loreto debido al lugar importantísimo que conoce tiene esta imagen mariana en el devenir histórico no sólo de Tijuana sino de toda la península de Baja California. Ahora pues, que estamos en los tiempos en que la Iglesia nos invita a mantenernos en un estado de Misión Permanente, esta figura entrañable de María santísima ha de acompañar todos los trabajos de misión, manteniéndola como el ícono más característico de nuestra iglesia peninsular.

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