Obispo de Roma: “Los migrantes son personas, no se trata de cuestiones sociales o migratorias”
Pastoral para la Comunicación.- Con motivo del VI Aniversario de su Visita a la Isla italiana de Lampedusa, el Papa Francisco celebró una Eucaristía en el Altar de la Catedra de la Basílica de San Pedro, este lunes 8 de julio de 2019.
En su homilía, el Santo Padre comentando las lecturas bíblicas que fueron proclamadas en la celebración dijo que, la Palabra de Dios hoy nos habla de salvación y liberación. Considerando un llamado a la humanidad a detenerse en los “últimos” que todos los días claman al Señor, pidiendo ser liberados de los males que los afligen. “Son los últimos engañados y abandonados para morir en el desierto; son los últimos torturados, maltratados y violados en los campos de detención; son los últimos que desafían las olas de un mar despiadado; son los últimos dejados en campos de una acogida que es demasiado larga para ser llamada temporal. Son sólo algunos de los últimos que Jesús nos pide que amemos y ayudemos a levantarse”.
“¡Son personas, no se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias! “No se trata sólo de migrantes”, en el doble sentido de que los migrantes son antes que nada seres humanos, y que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada”.
Desafortunadamente, agregó el Obispo de Roma las periferias existenciales de nuestras ciudades están densamente pobladas por personas descartadas, marginadas, oprimidas, discriminadas, abusadas, explotadas, abandonadas, pobres y sufrientes.
En efecto, antes de concluir su homilía, el Papa Francisco precisó que, parece como algo natural el retomar la imagen de la escalera de Jacob, señalando que en Jesucristo, la conexión entre la tierra y el cielo es segura y accesible para todos. “Pero subir los escalones de esta escalera requiere compromiso, esfuerzo y gracia. Hay que ayudar a los más débiles y vulnerables. Me gusta pensar, entonces, que podríamos ser nosotros aquellos ángeles que suben y bajan, tomando bajo el brazo a los pequeños, los cojos, los enfermos, los excluidos: los últimos, que de otra manera se quedarían atrás y verían sólo las miserias de la tierra, sin descubrir ya desde este momento algún resplandor del cielo”.