En aquel tiempo, al llegar a la otra orilla…

Miércoles 3 de julio: fiesta de Santo Tomás

Evangelio: Mateo 8,28-34

En aquel tiempo, al llegar a la otra orilla, a la región de los gerasenos, salieron a su encuentro de entre los sepulcros dos endemoniados. Eran tan agresivos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: ¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo? A cierta distancia de allí, había una gran piara de cerdos hozando y los demonios le rogaban: Si nos echas, envíanos a la piara de cerdos.  Jesús les dijo: Vayan. Ellos salieron y se metieron entre los cerdos; de pronto, toda la piara se lanzó al lago por el precipicio y los cerdos murieron ahogados. Los porquerizos huyeron a la ciudad y lo contaron todo, incluso lo de los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, cuando le vieron, le rogaron que se marchara de su territorio.

 

ORATIO

Señor Jesús, que liberaste al hombre endemoniado del pecado, realizando la perfecta obediencia a través de la cual conocemos el bien y el mal, guíanos por los caminos de la justicia, prosigue mostrándonos la verdadera misericordia y líbranos de la hipocresía.

Oh Padre, si hemos sido capaces de echarnos a la es-palda tus palabras, si nos hemos agitado inútilmente con el estruendo de nuestros cantos, si hemos llegado a rechazar a tu Hijo lejos de nuestro territorio, perdo-na nuestra culpa y dirígenos aún tu Palabra de verdad.

Oh Dios, envía a tu Espíritu para que ilumine nues-tra oración, inspire nuestro agradecimiento y nuestro culto, a fin de que sean capaces de convertirse en «cima y fuente» de una vida de justicia y de paz inspi-rada por ti.

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La cuestión de saber qué es el cristianismo y quién es Cristo para nosotros hoy, me preocupa constantemente. El tiempo en que se podía decir todo a los hombres, por medio de palabras teológicas o piadosas, ha pasado, lo mismo que el tiempo de la espiritualidad y de la conciencia, es decir, el tiempo de la religión en general. Vamos al encuentro de una época totalmente irreligiosa; los hombres, tal como son, simplemente ya no pueden seguir siendo religiosos; incluso los que se declaran honestamente religiosos no practican en modo alguno su religión; por consiguiente, es probable que entiendan el término en un sentido completamente diferente.

Si la religión es sólo un vestido del cristianismo —y este vestido ha asumido también aspectos muy distintos en diferentes tiempos—, ¿qué será un cristianismo no religioso? ¿Qué significado tienen el culto y la oración en la irreligiosidad? ¿Adquiere tal vez una nueva importancia en este punto la disciplina del arcano o, bien, la distinción entre penúltimo y último? Debemos restablecer una disciplina del arcano que proteja de la profanación los misterios de la fe cristiana (Dietrich Bonhoeffer, Resistencia y sumisión, Sígueme, Salamanca 1983].

 

Mons. Salvador Cisneros

P. Santa Teresa de Ávila

 

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