Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente

Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo

 

Evangelio: Juan 6: 51-58

 

Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo». 

Los judíos discutían entre sí, diciendo: « ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?». Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. 

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente». 

 

ORATIO

Dios del amor, tú eres el Señor y el Maestro, sólo tú tienes las palabras de la vida y puedes revelar al hombre su verdad y su dignidad. Todos quisiéramos saber qué es importante en la vida, para no correr en vano; y si te preguntamos es porque tú eres amor y sólo el amor conoce la verdad y no se la guarda para sí. Concédenos comprender también que la grandeza del hombre está en el amor: en la certeza de ser amado desde siempre por el Señor del cielo y de la tierra y en la certeza de poder amar al mismo Creador junto con sus criaturas. En esto consiste la grandeza humana, y es humana y divina a la vez; es mandamiento, pero antes es don; es reposo y felicidad para el alma, pero también lucha contra el egoísmo y la desesperación; es la verdad de donde nace la libertad, la libertad de depender en todo de aquél a quien amamos y a quien estamos llamados a amar; por consiguiente, de ti, que eres el amor. Concédeme, Padre, esta libertad: la libertad de entregarte mi vida, para que tú la conviertas en un evangelio, historia y providencia de amor para muchos hermanos; la libertad de amarte a ti y a todos con el corazón del Hijo, hasta la cruz.

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

 

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