Pastoral de la Movilidad Humana: “Una herida social sin fronteras, la trata de personas”

Una herida social sin fronteras, la trata de personas

30 de Julio Día Mundial contra la Trata de Personas

 

La trata constituye una violación injustificable de la libertad y la dignidad de las víctimas, por lo que debe considerarse un crimen de lesa humanidad… La misma gravedad, debe atribuirse a todos los vilipendios de la libertad y la dignidad de todo ser humano, ya sea un compatriota o un extranjero. (Papa Francisco, CITP 2019).

Atravesamos un tiempo de crisis sanitaria y económica mundial, que obliga el distanciamiento social y los bloqueos fronterizos. Pese a todo, para la sociedad basada en el mercado, la producción no se detiene y los límites no paralizan la circulación de mercancías; la clandestinidad sigue abriéndose paso, la oferta responde a los intereses de quienes exacerban los deseos y a la demanda provocada y desarrollada en los consumidores.

Diferentes estudios reconocen que las situaciones de emergencia, como la que actualmente está provocando el COVID-19, crean condiciones favorables para la operación de grupos delictivos, los cuales agravan situaciones como el tráfico y la trata de personas, el mercado que lacera la libertad de los que están en la periferia sin acceso a los recursos básicos para sustentar las condiciones de vida y sufren carencias en medio de violencias sistemáticas.

Las víctimas de trata son cooptadas por su condición de pobreza o pobreza extrema, por su situación de exclusión social y/o haber sido víctimas de violencia, engañadas, seducidas, sustraídas o levantadas por la fuerza en la calle y lugares públicos o por medio de las redes sociales. La migración irregular ha ofrecido el escenario perfecto de enganche para los criminales, de ahí que, en las zonas fronterizas y corredores migratorios, como en las comunidades indígenas y rurales niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres corran grandes riesgos. La migración más injusta, dolorosa e inhumana es la que está vinculada con la trata de personas, con el fin de explotar su trabajo o sus servicios, en la línea de abuso sexual, dirigido sobre todo a mujeres y niños. Éste es quizá el “mercado” más duro, injusto y sangrante del mundo.

Las políticas migratorias actuales, lejos de favorecer una migración segura y ordenada, contribuyen a hacer de la migración un negocio. La mayoría de las víctimas de la trata son trabajadores migrantes, que intentan de escapar de la pobreza y de la discriminación para mejorar sus vidas y enviar dinero a sus familias. La ausencia de oportunidades de migración regular para conseguir empleo en otros países, sumada al hecho de que muchos migrantes buscan empleos como medio de supervivencia, más que como una oportunidad de mejorar su nivel de vida, han dejado a los migrantes pocas alternativas, excepto valerse de traficantes y/o de tratantes para acceder a dichos empleos.

Las cifras oficiales soslayan la tragedia que sufren millones de víctimas en el mundo sometidas principalmente a explotación laboral, explotación sexual, servidumbre doméstica, mendicidad, reclutamiento forzoso para actividades criminales y tráfico de órganos, entre otras. Reporta ganancias por más de 150 millones de dólares anuales (OIT 2016). En México el número de niños y niñas sometidos a la esclavitud sexual se calcula entre los 16 mil, 20 mil y hasta 70 mil al año, de los que 50 mil son explotados en las zonas fronterizas y 20 mil en el resto del país (CNDH). El informe presentado por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) el pasado 6 de enero señaló que entre 30,000 y 35,000 menores de edad son reclutados de manera forzada por el crimen organizado. Ejemplo de esto es el caso de Dylan Esaú Gómez Pérez, el niño que desapareció en San Cristóbal de las Casas – Chiapas, el pasado 30 de junio.

Como Dylan hay muchos que son víctimas de bandas criminales como ya ha sido evidenciado en Chiapas donde han sido encontrados 23 menores secuestrados para ser sometidos a explotación laboral.

La Sagrada escritura nos recuerda que “Dios creo al ser humano a su imagen y semejanza” (Gen 1, 26.27), por tanto, revestidos de la imagen de Dios, ninguna persona es un producto que otros pueden usar. Cualquier tipo de esclavitud es una consecuencia de nuestro mundo caído en el mal, por tanto, el tráfico humano es lo más alejado del ideal que Dios creó.

El libro del Génesis, en los capítulos del 37 al 50, nos presenta a José como ejemplo de sobreviviente de la trata de personas y vemos como sus propios hermanos dan muestras de su confusa creencia de que el comercio de esclavos es más aceptable que el asesinato y es por eso por lo que venden a su hermano: “En vez de eliminarlo, vendámoslo a los ismaelitas; al fin de cuentas, es nuestro propio hermano” (Génesis 37,27). No obstante, la conmoción, la pérdida de su hogar, la tortura y el abuso que José habría sufrido como resultado de haber sido vendido de todos modos le ocasionó un profundo dolor.

El Papa Francisco afirma que “La Trata de persona constituye una llaga «en el cuerpo de la humanidad contemporánea» una llaga profunda en la humanidad de quienes la padecen y de quienes la llevan a cabo. La trata, en efecto, desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y su dignidad. Pero, al mismo tiempo, deshumaniza a quienes la llevan a cabo… La trata, en fin, daña gravemente a la humanidad en su conjunto, destrozando a la familia humana y también el Cuerpo de Cristo” (CITP 11 abril 2019).

La sociedad mexicana padece también la llaga de la trata de personas; a nuestros ojos se desangra la dignidad humana, víctimas, victimarios o cómplices de redes criminales que mercantilizan con la persona, todos formamos parte del engranaje de este flagelo. Como pueblo mexicano asistimos a un destrozo social que no está teniendo límites ni fronteras.

“No podemos permanecer con el corazón anestesiado, ante la miseria de tantas personas inocentes” (Papa Francisco, homilía en la JMMyR 2019). Estamos llamados a tomar conciencia como Iglesia y como sociedad en general, estamos obligados a impulsar la dignidad humana, desde los Compromisos del Proyecto Global de Pastoral:

  • Urge dar nombre y desenmascarar esta crueldad que está minando nuestra identidad de hijas e hijos de Dios.
  • Urge el compromiso de la sociedad en su conjunto para dejar de usar y de juzgar a las víctimas, para prevenir, proteger de la esclavitud y desnormalizar esta tragedia.
  • Urge que se ejecute la debida diligencia, se abran y se judicialicen las carpetas de investigación de manera eficiente.
  • Urge terminar con la corrupción y la ineficacia de las autoridades de todos los niveles.

  • Urge erradicar la Trata de persona, la vida digna es un derecho humano.

Como Iglesia contemplemos a María, la madre del Dios por quien se vive, para que su figura como mujer y como madre nos inspire acciones concretas en defensa de las mujeres y menores víctimas de trata.

Nuestra Señora de Guadalupe nos motive a trabajar desde todos los frentes pastorales por la dignidad de las personas, especialmente de quienes son víctimas de este gran flagelo de la trata de personas.

+Mons. José Guadalupe Torres Campos

Obispo de Ciudad Juárez

Responsable de la Dimensión Episcopal de la Pastoral de Movilidad Humana

Hna. Gloria Estela Murúa Valencia S.A.

Responsable de la Vertiente de Trata de la DEPMH

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