Peregrinaciones guadalupanas presencia de una fe que camina

Pastoral para la Comunicación. – Durante estos días previos a la magna celebración de Ntra. Sra. de Guadalupe no se hacen esperar las peregrinaciones en diversos espacios, de aquellas que comienzan en las cuadras de las colonias aledañas a las Parroquias o Capillas hasta aquellas que peregrinan a Santuarios o Catedrales en honor a la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, específicamente de forma vespertina. Las cuales son organizadas por fieles o sectores de diversos ámbitos como; comerciantes, taxistas, instituciones educativas, parroquias, colonias u otros gremios.

Las peregrinaciones en la actualidad se centran en una actividad de fe que recuerda que el cristiano es ante todo un peregrino y que la Iglesia misma es un pueblo peregrino. Ya que ofrece la posibilidad de reencontramos con la propia historia cristiana y con la realidad transitoria en este mundo. Pero la nota característica es la forma festiva y gozosa de estas peregrinaciones, que ha de recordarnos que nuestro peregrinar hacia Dios no debe, ni puede ser lastimoso ni triste.

Así pues, las peregrinaciones favorecen la práctica de los valores cristianos, estimulan un culto integral a Dios (ver, oír, cantar, escuchar, tocar, convivir, etc.) y nos dispone a ser agradecidos y ante todo nos recuerda nuestra común subsistencia y la necesidad de una salvación comunitaria.

Para la Iglesia, además de esto, la peregrinación cumple con un sentido social: manifestar públicamente la pertenencia a la Iglesia y en este caso el amor y la devoción a la Virgen María de Guadalupe.

La Peregrinación no concluye al llegar al santuario, Catedral o Parroquia, sino de vivir y participar en el manantial y culmen de la vida cristiana que es la eucaristía en un camino de fe renovada y en constante conversión para testimoniar y vivir el compromiso cristiano y la nueva evangelización con nuevos impulsos.

 

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