El “Nican Mopohua” un documento histórico que da razón del acontecimiento guadalupano

Pastoral para la Comunicación. – En publicación de la Insigne y Nacional Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe se publicó un artículo bajo el título “El Nican Mopohua sobre el acontecimiento guadalupano es el documento más exacto, pleno, bello, evangelizador e histórico” a cargo del Cango. Eduardo Chávez Sánchez, indicando que es “Uno de los documentos históricos más destacados el llamado Nican Mopohua, que significa: “Aquí se narra” o “Aquí se relata”. En este documento se describe de la manera más bella, más plena y mejor lograda, este maravilloso encuentro entre Dios y el ser humano por medio de su propia Madre, Santa María de Guadalupe, advierte el autor.

El Nican Mopohua está escrito en la lengua náhuatl noble, que es una lengua bella y elegante, como decía fray Rodrigo de la Cruz: “lengua elegantísima, tanto como cuantas hay en el mundo…”; o como afirmaba fray Alonso de Molina: “es tan copiosa, tan elegante, y de tanto artificio y primor en sus metáforas y manera de decir.”

El náhuatl no necesita muchas palabras para expresar los hechos con fuerza y profundidad, conjuntando amor, ternura y delicadeza, con majestuosidad y solemnidad; además, el náhuatl puede conjuntar varias palabras en una sola para así expresar, de manera profunda, nuevos conceptos. Asimismo, con facilidad y elegancia se pueden articular todos los matices de las relaciones humanas.

También de esto nos hace referencia Miguel León-Portilla de feliz memoria quien afirmaba: “el náhuatl, así como el griego y el alemán, son lenguas que no oponen resistencia a la formación de largos compuestos a base de la yuxtaposición de varios radicales, de prefijos, sufijos e infijos, para expresar así una compleja relación conceptual con una sola palabra, que llega a ser con frecuencia verdadero prodigio de «ingeniería lingüística»”

Carlos de Sigüenza y Góngora, uno de los hombres más sabios de México en el siglo XVII, nos confirmó que Antonio Valeriano era el autor del Nican Mopohua, una de las más importantes y maravillosas obras indígenas, tesoro de la lengua náhuatl.

El Nican Mopohua fue escrito entre 1545-1548. Antonio Valeriano fue un indígena noble y sabio que se educó en el Colegio de la Santa Cruz en Tlatelolco, fundado en 1536 por los franciscanos, entre los que destaca también el obispo fray Juan de Zumárraga. Fue un instituto contemporáneo de San Juan Diego. Sin embargo, hay que aclarar que poquísimos pudieron leer y entender el Nican Mopohua, ya que está escrito en caracteres latinos, sólo unos cuantos indígenas podían leer en este tipo de caracteres, y está escrito con sonido náhuatl, por lo que también eran poquísimos los españoles que entendían este idioma; por lo tanto, fueron poquísimos indígenas y españoles.

Para los expertos consideran que “el Nican Mopohua, si bien es el documento más exacto, pleno, bello, evangelizador e histórico; no es la fuente por la cual, de manera masiva, los indígenas y los españoles conocieron los pormenores del impresionante suceso, sino que las fuentes principales son tres. Una es la tradición oral, cuya fuente es el mismo San Juan Diego, quien no se cansaba en divulgarlo de viva voz, como lo decía la señora María Pacheco quien lo transmitía a sus familiares: “que todo lo que lleva dicho se lo contaba a él y a sus hermanos, la dicha su tía con toda distinción, porque lo sabía de boca del dicho Juan Diego y era público en aquella ocasión en todo este pueblo y fuera de él”.

Después de la aparición de la Virgen de Guadalupe, Juan Diego vivió cerca de 16 años en una chocita que se le hizo pegada a la ermita y ahí hacía una vida contemplativa, sin dejar de manifestar todos los detalles del maravilloso suceso.

Por el otro lado, la segunda fuente es la misma Imagen plasmada en la humilde tilma de Juan Diego, que es todo un códice y encierra un gran cúmulo de portentos, como su misma preservación; es una verdadera carta abierta, un mensaje para todos los seres humanos, por medio de una cultura ancestral y que trasciende tiempos y espacios.

Y finalmente, una tercera manera es por los tiempos, o signos de los tiempos, en donde se da el Acontecimiento Guadalupano, el hecho que haya sido en el tiempo de la Octava de la Inmaculada Concepción, en el tiempo litúrgico de Adviento, asimismo, desde el ángulo indígena, el hecho de que haya tenido lugar en solsticio de invierno de aquel año de 1531, que era reconocido como 13 caña, es decir, Tlahuiscalpan, que significa: “rumbo de la casa de la luz”, nuevo inicio, un nuevo día, una nueva era, llena de la sabiduría de Dios”, y en lugar en donde el ambiente maternal del Tepeyac era ya de siglos, el que la Virgen de Guadalupe hubiera pedido su templo, su “casita sagrada” en el llano del Tepeyac, que significa en la raíz de lo sagrado, es decir en lo verdadero y bien sustentado de lo divino, que todo esto se diera en la fiesta más importante que era llamada: Panquetzaliztli, que el fraile del siglo XVI, fray Toribio de Benavente, Motolinia, declarara que era la “Fiesta Principal” entre los indígenas, ya que era como la “Pascua indígena”, etc. Tantos elementos que los indígenas supieron interpretar, y esto también les “hablaba” de la importancia y lo gozoso del Evento Guadalupano, una verdadera y perfecta inculturación.

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