El árbol de navidad: “memoria del árbol del Paraíso”
Pastoral para la Comunicación. – La historia del popular árbol de Navidad, se remonta a los antiguos pueblos nórdicos europeos tenían la costumbre de adornar ciertos árboles de hojas perdurables durante los últimos días de diciembre, durante el invierno, cuando toda la naturaleza parece muerta y fría. Su verde perenne era símbolo de la inmortalidad. Los primeros cristianos, que eran muchas veces provenientes de la cultura pagana, conservaron la tradición, pero cambiaron totalmente el significado, refiriéndolo a Cristo como “Nuevo árbol de Jesé (Is. 11, 1-3).
San Bonifacio (680-754; obispo y mártir), patrón y evangelizador de Alemania, llegó a la ciudad de Geismar la víspera de la Navidad y cortó de raíz una encina considerada sagrada. En su lugar, al día siguiente, día de Navidad, plantó un pino verde, y lo señaló como símbolo del nacimiento del Hijo de Dios. A partir de entonces un árbol verde adornado con objetos brillantes alumbra las casas, símbolo de la vida eterna que Cristo nos trajo al mundo, la perpetua primavera de la gracia. Del norte de Europa la tradición se extendió a los Estados Unidos y de ahí, al mundo entero.
En muchas familias se acostumbra colocar el árbol navideño en un lugar visible de la casa y adornarlo con luces, estrellas y regalos, pero ¿qué significado cristiano tiene hacer esto?
EL ÁRBOL mismo nos trae a la memoria el árbol del Paraíso (cf. Gn 2, 9 – 17) de cuyo fruto comieron Adán y Eva desobedeciendo a Dios. El árbol nos recuerda que el niño que va a nacer de Santa María es el Mesías prometido que viene a traernos el don de la reconciliación.
LAS LUCES nos recuerdan que el Señor Jesús es la luz del mundo que ilumina nuestras vidas, sacándonos de las tinieblas del pecado y guiándonos en nuestro peregrinar hacia la Casa del Padre.
LA ESTRELLA. Así como en Belén hace más de dos mil años una estrella se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño Jesús, sirviendo de guía a los Reyes Magos (Mt 2, 9 – 10); hoy una estrella corona el árbol recordando que el acontecimiento del nacimiento de Jesús ha traído la verdadera alegría a nuestras vidas.
LOS REGALOS colocados a los pies del árbol simbolizan aquellos dones con los que los reyes magos adoraron al Niño Dios. Además, nos recuerdan que tanto amó Dios Padre al mundo que le entregó (le regaló) a su único Hijo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.
La Navidad es la fiesta de la encarnación. Para nosotros, “Dios es el fundamento de la esperanza, el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo. En esta preparación para la Navidad, cada uno de nosotros es responsable de poner su árbol y de adornarlo con aquello que llene mejor los deseos profundos de su corazón.