Vísperas – MIÉRCOLES IV SEMANA DE CUARESMA 2020
- Dios mío, ven en mi auxilio.
- Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno 1
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
“¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
¡Qué alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo, el Dios que nos justifica!”. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Señor, tu saber me sobrepasa.
Salmo 138,1-12
Dios está en todas partes y lo ve todo
¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? (Rm 11,34)
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
Antífona 2: Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.
Salmo 138,13-18.23-24
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, ¡qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
Antífona 3: Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.
Col 1,12-20
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Lectura Breve
Flp 2, 12b-15a
Trabajad por vuestra salvación con respeto y seriedad. Porque es Dios el que obra en
vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le agrada. Hacedlo todo
sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de
Dios sin mancha.
Responsorio Breve
- Yo dije: “Señor, ten misericordia,”
- Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
- Sáname, porque he pecado contra ti.
- Señor, ten misericordia.
- Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
- Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
Canto Evangélico
Antífona: “Yo no puedo hacer nada sólo por cuenta mía; yo dicto sentencia según me comunica el Padre, y mi sentencia es justa”, dice el Señor.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a Dios Padre, que estableció en la sangre de Cristo una alianza nueva y eterna con su pueblo y la renueva en el sacramento del altar, y supliquémosle, diciendo: Bendice, Señor, a tu pueblo.
Dirige, Señor, el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes por los caminos de tu voluntad,
— para que procuren con empeño el bien común.
Aumenta el fervor de aquellos que, habiéndolo dejado todo, siguieron a Cristo,
— para que su vida sea luz para los hombres y claro testimonio de la santidad de tu Iglesia. Tú que creaste a todos los hombres a imagen tuya,
— haz que sintamos horror de las injusticias y desigualdades entre los hombres.
Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti,
— y a nosotros enséñanos cómo podemos ayudarlos.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Admite a los difuntos en tu gloria,
— para que te alaben eternamente.
Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, digamos confiados a nuestro Padre:
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Señor, Dios nuestro, que concedes a los justos el premio de sus méritos y a los pecadores que hacen penitencia les perdonas sus pecados, ten piedad de nosotros y danos, por la humilde confesión de nuestras culpas, tu paz y tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Conclusión
- El Señor esté con ustedes.
- Y con tu espíritu.
- La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
- Amén.
- El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
- Amén.