HOMILÍA EN LA TOMA DE POSESIÓN DE MONSEÑOR FRANCISCO MORENO BARRÓN EN TIJUANA
La Arquidiócesis de Tijuana recibe hoy, con fe, esperanza y amor a su quinto Obispo y segundo Arzobispo Metropolitano. En la sucesión apostólica, Mons. Rafael Romo Muñoz entrega la responsabilidad pastoral a Mons. Francisco Moreno Barrón. Es testigo de honor quien fuera el tercer Obispo de Tijuana, Mons. Carlos Emilio Berlié Belaunzarán y de parte de la Nunciatura Apostólica está con nosotros Mons. Dagoberto Campos Salas.
Hacemos memoria de Mons. Alfredo Galindo, primer Obispo de esta diócesis quien, junto con sus hermanos de Congregación, los Misioneros del Espíritu Santo, abrió brecha y puso los cimientos de esta Iglesia local. ¿Y cómo no recordar al muy querido Cardenal Don Juan Jesús Posadas Ocampo, quien llegó aquí con el vigor y el entusiasmo de su juventud e hizo tanto bien especialmente en la formación de seminaristas y sacerdotes? Lo consideramos testigo de Jesucristo por su entrega hasta derramar la sangre por el Señor y por su Iglesia.
Como anécdota les platico que, cuando llegué a Tacámbaro como quinto Obispo de aquella diócesis, un hombre humilde, un indigente, me mostró los cinco dedos de su mano diciéndome: “así son los Obispos, ninguno es igual a otros, todos son distintos”. Pensé yo en la sabiduría de los sencillos. En la historia de nuestras comunidades, los pastores somos como eslabones de una cadena, cada uno con su personalidad, con sus cualidades y limitaciones, pero todos con la misma misión de representar a Jesucristo, Pastor de nuestras almas.
Las lecturas bíblicas que se han proclamado nos invitan a dirigir la mirada a Jesús. El profeta Isaías nos lo ha presentado como el Ungido, consagrado para llevar la buena noticia a los pobres, para mostrar en su vida, palabras y obras, el rostro misericordioso de Dios Padre. La labor del Obispo no es otra, sino ser instrumento y presencia de ese Cristo consolador en toda aflicción, libertador de toda esclavitud, médico que sana las heridas de la humanidad.
Si el Pueblo de Dios vive en la actualidad situaciones de tristeza y aflicción, abramos los oídos y el corazón al sorprendente anuncio que se cumple y se actualiza en la obra perenne del Señor: “me envió a cambiar la ceniza por una corona, a cambiar las vestiduras de luto por el óleo de la alegría”. Este acontecimiento que vivimos es una fiesta de fe, nuestros cantos de alabanza son para el Señor. Estamos especialmente motivados por el Papa Francisco en este año jubilar de la Misericordia.
El Obispo, igual que lo hizo San Pedro, como lo escuchamos en la segunda lectura, ha de exhortar a los presbíteros a apacentar el rebaño con verdadera misericordia, no forzados sino de buena gana, no por intereses mezquinos, sino con abnegación, no pretendiendo dominar con despotismo, sino dando ejemplo de servicio humilde en las comunidades que le han sido encomendadas. La misión del Obispo en comunión con su presbiterio es manifestar siempre misericordia y paciencia, saber perdonar y, más aún, entregar la vida por encima de cualquier interés humano.
En la Eucaristía damos gracias a Jesús, Buen Pastor, que no deja de guiarnos, brindarnos seguridad y darnos confianza. Pidamos por el nuevo Arzobispo y sus sacerdotes para que, con la ayuda de Dios sean imagen fiel de Cristo, sepan ser pastores según el corazón de Dios.
En el Evangelio se nos ha descubierto el misterio insondable del amor divino. “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor… Ámense unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos… Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes y su alegría sea perfecta”.
Viene a la mente la Exhortación del papa Francisco “Amoris Laetitia”, la alegría del amor. No hay en efecto mayor gozo en la vida que, cuando amamos de verdad. Esto se aplica a todos; el secreto de la verdadera felicidad está en la donación de sí mismo. Quienes han recibido la vocación al matrimonio, están llamados a vivir en la alianza conyugal el amor de Cristo Esposo que ama sin medida y da la vida por su esposa, la nueva humanidad redimida por su sangre. Toda comunidad cristiana ha de edificarse desde las familias, iglesias domésticas. Los religiosos, las religiosas y los sacerdotes hemos recibido el llamado a una entrega más radical. Sólo por un amor más grande se entiende y se puede vivir la consagración virginal y celibataria por el Reino de los Cielos. En la santa misa pedimos a Dios: “A esta familia tuya, congregada en tu presencia, llévala a la perfección por el amor”. Sólo así la Iglesia podrá trasmitir esperanza a una sociedad que vive tanto sufrimiento y desconsuelo.
Permítanme ahora dirigirme a Monseñor Francisco, en el momento en que esta Iglesia particular de Tijuana toma posesión de él. En adelante, Tijuana será el objeto de tus preocupaciones y desvelos, la razón de tus proyectos, el motivo de tus satisfacciones y alegrías. Dios te ha llamado a servir como Obispo Auxiliar de Morelia, como Obispo diocesano de Tlaxcala y ahora como pastor de esta populosa sede metropolitana. Esto tiene que ver con lo que yo decía al principio. No hay dos obispos iguales ni hay dos diócesis que sean idénticas. Irás descubriendo las particularidades de esta Iglesia que hoy se te entrega, otra cultura, otras historias, otros problemas, otras oportunidades, otros valores. Poco a poco conocerás y podrás amar a tu esposa. Hoy es bueno que le digas lo que el enamorado le insinuaba a su amada en el Cantar de los Cantares: “Déjame ver tu rostro, déjame oír tu voz”.
Medita siempre lo que San Juan Pablo II escribió “Sobre el Obispo, servidor del Evangelio de Jesucristo, para esperanza del mundo”, en su Exhortación apostólica “Los Pastores de la Grey”: “Los Obispos, en el ejercicio de su ministerio como padres y pastores de sus fieles han de comportarse como quien sirve, inspirándose siempre en el ejemplo del Buen Pastor que vino no para ser servido sino para servir y dar su vida por las ovejas… Jesús, modelo supremo para el Obispo, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo… Y se puso a lavar los pies a los discípulos… Y les dijo: les he dado ejemplo, en este gesto contemplamos el amor de Jesús que nos ha amado hasta el final… con amor completo… Dios amor se pone al servicio del hombre para llevar al hombre a la plena comunión con Él… El sentido de tu ministerio y de tu mismo ser, llamado a tener una mayor intimidad con Jesús, debe consistir en la disponibilidad entera e incondicional para con tus hermanos, para con los que ya son parte de tu grey” (Pastores Gregis, 42).
Monseñor Francisco, Iglesia de Dios que peregrina en Tijuana, acepten la felicitación de quienes hoy los acompañamos, cuenten con nuestra oración. Que Santa María de Guadalupe los asista en cada momento de su historia, hoy y siempre. Así sea.
+ Alberto Cardenal Suárez Inda
Arzobispo de Morelia
Tijuana, 11 de agosto de 2016, Año Jubilar de la Misericordia.