“Al dar su vida por nosotros, Jesús dice a cada uno: ´Tu vida vale tanto para mí, que para salvarla me doy todo yo´”
Las palabras del Papa en la oración del Regina Coeli, 22.04.2018
Al final de la santa misa celebrada en la basílica vaticana durante la cual ha ordenado 16 nuevos sacerdotes, el Santo Padre Francisco se ha asomado a mediodía a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Regina Coeli con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Estas han sido las palabras del Papa en la oración mariana:
Antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
La Liturgia de este cuarto domingo de Pascua continúa con su intento de ayudarnos a redescubrir nuestra identidad de discípulos del Señor Resucitado. En los Hechos de los apóstoles Pedro declara abiertamente que la curación del inválido, obrada por él y de la que habla toda Jerusalén se ha producido en el nombre de Jesús porque “en ningún otro hay salvación” (Jn 4, 12). En ese hombre curado estamos cada uno de nosotros- ese hombre es la figura de nosotros- todos nosotros estamos allí-, están nuestras comunidades: cada uno puede curarse de las tantas formas de enfermedad espiritual que tiene- ambición, pereza, orgullo- si acepta poner con confianza su existencia en las manos del Señor Resucitado. “Por el nombre de Jesús el Nazareno -afirma Pedro- se presenta este aquí sano, delante de vosotros” (v.10). ¿Pero quién es el Cristo que sana? ¿Qué significa ser curado por Él? ¿De qué nos cura? ¿Y con qué actitudes?
La respuesta a todas estas preguntas la encontramos en el Evangelio de hoy, donde Jesús dice: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. “(Juan 10,11). ¡Esta presentación que Jesús hace de sí mismo no puede reducirse a una sugestión emotiva, sin ningún efecto concreto! Jesús sana a través de su ser pastor que da vida. Al dar su vida por nosotros, Jesús dice a cada uno: “Tu vida vale tanto para mí, que para salvarla me doy todo yo”. Es precisamente este ofrecer su vida que lo convierte en Pastor bueno por excelencia, el que sana, el que nos permite vivir una vida bella y fecunda.
La segunda parte de la misma página evangélico nos dice cuáles son las condiciones para que Jesús nos sane y vuelva nuestra vida alegre y fecunda: “Yo soy el Buen Pastor; Conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; “(Vv 14-15). Jesús no habla de un conocimiento intelectual, no, sino de una relación personal, de predilección, de ternura recíproca, reflejo de la relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se da una relación viva con Jesús: dejarse conocer por Él. No encerrarse en uno mismo, abrirse al Señor, para que me conozca. Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón en profundidad: conoce nuestras cualidades y nuestros defectos los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que han caído. Pero nos acepta tal y como somos, incluso con nuestros pecados, para curarnos, para perdonarnos, nos guía con amor, para que podamos atravesar senderos incluso los más escarpados sin descarriarnos. Él nos acompaña.
Por nuestra parte, estamos llamados a conocer a Jesús. Esto implica un encuentro con Él, un encuentro que suscite el deseo de seguirlo, abandonando las actitudes auto- referenciales para encaminarnos por nuevas sendas, indicadas por el mismo Jesús y abiertas a vastos horizontes. Cuando en nuestras comunidades, se enfría el deseo de vivir la relación con Jesús, de escuchar su voz y de seguirlo fielmente, es inevitable que prevalezcan otras formas de pensar y vivir que no son coherentes con el Evangelio.
Que María, nuestra Madre, nos ayude a madurar una relación cada vez más fuerte con Jesús. Abrirnos a Jesús, para que entre en nosotros. Una relación más fuerte: Él ha resucitado. Así podemos seguirlo toda la vida. En este Día Mundial de Oración por las Vocaciones, que María interceda para que sean tantos los que respondan con generosidad y perseverancia al Señor, que llama a dejarlo todo por su Reino.
Después del Regina Coeli:
Queridos hermanos y hermanas:
Estoy preocupado por lo que está sucediendo estos días en Nicaragua, donde, después de una protesta social, ha habido enfrentamientos que han causado algunas víctimas. Expreso mi cercanía en la oración a ese país, y me uno a los obispos para pedir que cese toda violencia, que se evite un inútil derramamiento de sangre y que las cuestiones abiertas se resuelvan pacíficamente y con sentido de responsabilidad.
Como decía hace poco, en este cuarto domingo de Pascua, celebramos en toda la Iglesia la Jornada de Oración por las Vocaciones. El tema es: “Escuchar, discernir, vivir la llamada del Señor”. Damos gracias a Dios porque sigue suscitando en la Iglesia historias de amor por Jesucristo, en alabanza de su gloria y al servicio de los hermanos. Hoy, en particular, damos gracias por los nuevos sacerdotes que acabo de ordenar en la basílica de San Pedro. Y pidamos al Señor que mande muchos buenos obreros a trabajar en su campo, y también que multiplique las vocaciones a la vida consagrada y al matrimonio cristiano. Como decía, hoy he ordenado dieciséis sacerdotes. De estos dieciséis, cuatro han venido aquí para saludaros y daros la bendición conmigo.
(4 sacerdotes recién ordenados se asoman a la ventana al lado del Papa)
Os saludo de todo corazón, romanos y peregrinos de Italia y de otros países, en particular los procedentes de Setúbal, de Lisboa, de Cracovia y a las Hermanas Pías discípulas del Divino Maestro, que han venido de Corea.
Saludo a los peregrinos de Castiglione d’Adda, Torralba, Modica, Cremona y Brescia; al coro parroquial de Ugovizza; a los jóvenes de la Confirmación de Gazzaniga, Pollenza y Cisano sul Neva.
Os deseo a todos un buen domingo; y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!