Cada día primero del mes se inicia con la Santa Misa a la Divina Providencia
Pastoral para la Comunicación.-En el día primero de cada mes del año civil las parroquias regularmente celebran la Eucaristía que se le llama entre los fieles “Misa de la Divina Providencia” lo que evoca el auténtico sentido de la liturgia unida al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. No se refiere a una celebración sincretista o relacionada a cuestiones supersticiosas especialmente relacionadas a cuestiones económicas sino por el contrario a vivir el misterio pascual de Cristo en la Santa Misa en la cual se tienen intenciones o plegarias especificas por el trabajo, profesiones, familias y agradecimiento por el pan de cada día, peticiones que no están limitadas a cada primero del mes, sino a una actitud de gratitud constante a la Providencia de Dios.
El Papa Francisco en algunas intervenciones se ha referido a la Divina Providencia. El profeta Isaías la presenta con la imagen del amor materno lleno de ternura: “¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!” (49,15). Esta invitación a la confianza en Dios encuentra un paralelo en la página del Evangelio de Mateo: “Miren los pájaros del cielo –dice Jesús- ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta.… Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos.” (Mt 6,26.28-29).
El compromiso social frente al Evangelio considera las situaciones de tantas personas que viven en condiciones de precariedad, o incluso en la miseria que ofende su dignidad, estas palabras de Jesús podrían parecer abstractas, si no ilusorias. ¡Pero en realidad son más que nunca actuales! Nos recuerdan que no se puede servir a dos patrones: Dios y la riqueza. Mientras cada uno busque acumular para sí, jamás habrá justicia. Si en cambio, confiando en la providencia de Dios, buscamos juntos su Reino, entonces a nadie faltará lo necesario para vivir dignamente, afirmaba el Papa Francisco.
Por ello, la invocación a la Providencia del Padre hace un llamado al camino que Jesús indica el cual puede parecer poco realista con respecto a la mentalidad común y a los problemas de la crisis económica; pero, si pensamos bien, nos conduce a la escala justa de valores. Él dice: “¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?” (Mt 6,25). Para hacer que a nadie le falte el pan, el agua, el vestido, la casa, el trabajo, la salud, es necesario que todos nos reconozcamos hijos del Padre que está en el cielo y por lo tanto hermanos entre nosotros, y nos comportemos consecuentemente.