COMUNICADO DE LOS OBISPOS

COMUNICADO DE LOS OBISPOS DE LA

PROVINCIA ECLESIÁSTICA DE BAJA CALIFORNIA

 

 

A toda la comunidad de la Península de Baja California:

 

Nos preocupa enormemente como pastores de la Iglesia Católica, el clima de violencia e inseguridad que tiende a agudizarse y generalizarse en todo el país, muy particularmente en varias ciudades del territorio de nuestra Provincia Eclesiástica. Tenemos miedo que siga extendiéndose a otras localidades que gozan, hasta ahora, de relativa paz.

 

Con dolor y angustia nos preguntamos: ¿Por qué? ¿Qué causas hay en el origen de todo esto? ¿Cómo es posible que hayamos llegado hasta esta situación? ¿Por qué nos hemos convertido en víctimas o al menos en rehenes de toda esta violencia e inseguridad que nos obliga a vivir permanentemente en el miedo?

 

Las causas pueden ser muchas, y ciertamente son muchas las que se nos escapan:

 

La desintegración familiar. Muchas de nuestras familias han dejado de ser educadoras para una convivencia pacífica fundada en el respeto, en la justicia y en el amor.

 

En el campo de la educación, los planes responden más a proyectos tecnológicos y económicos que a un proyecto educativo que forme personas capaces de construir una convivencia más humana y humanizadora.

 

Las instituciones públicas deben velar por la seguridad, pero algunas, por temor, han caído en el silencio o en la inactividad que les hace cómplices por omisión; otras se han dejado corromper por el interés de las grandes ganancias que genera el crimen organizado en todas sus facetas.

 

Como Iglesia no podemos lavarnos las manos. Reconocemos que hemos fallado en nuestra misión evangelizadora, que no hemos sabido acompañar debidamente a las familias y a las nuevas generaciones; que no hemos logrado que la fe que profesa la mayor parte de nuestro pueblo incida en la vida personal, pública y social.

 

Invitamos a todas las familias, instituciones educativas y organizaciones sociales, Iglesias y autoridades públicas, a que sumemos esfuerzos para hacer frente a esta problemática que nos afecta y que nos hiere.

 

Llamamos a víctimas y victimarios a una conversión humilde, sincera y permanente.

 

Como creyentes, debemos ser testigos de la esperanza; no podemos ceder ante la desesperación e incertidumbre que nos provoca la imagen de un terrible Goliat frente a un pequeño David. Nuestra oración y nuestra acción, por insignificantes que parezcan, pueden contribuir en mucho. El porvenir de nuestra sociedad está en manos de quienes con amor y solidaridad sepamos dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar.

 

Tijuana B.C., a 25 de enero de 2008.

 

 

 


+ Mons. Rafael Romo Muñoz

Arzobispo de Tijuana

 

+ Mons. José Isidro Guerrero Macías

Obispo de Mexicali


 

+ Mons. Sigifredo Noriega Barceló

Obispo de Ensenada

 

                                              + Mons. Miguel Ángel Alba Díaz

Obispo de La Paz

 

Tijuana B.C., a 25 de enero de 2008.



 

 

 

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