Creer en el Resucitado

Todavía hoy se nos proclama la aparición del Señor resucitado que prolonga la gran experiencia de la Pascua y transforma a la primera comunidad: los discípulos pasaron del miedo a la valentía, de la tristeza a la alegría.

También los discípulos empezaron a entender las Escrituras y cómo Cristo es el cumplimiento de las promesas: "todo lo escrito en la ley de Moisés y los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse". Pedro afirma que "Dios cumplió lo que había dicho por los profetas: que su Mesías tenía que padecer".

Es a partir de las Escrituras  que nosotros también somos invitados a profundizar en el misterio de salvación que Dios ha cumplido en Cristo. Dios mismo es el que nos habla. Cristo se nos hace presente en las lecturas, porque El no sólo "dijo" palabras, sino que es la Palabra que Dios ha dirigido y dirige a la humanidad.

Pascua es también compromiso, tiene consecuencias en nuestra vida: aceptar la Pascua de Cristo como victoria sobre el pecado y el mal de este mundo. Reconciliados con Dios por la entrega pascual de Cristo, esta cincuentena nos está invitando a vivir en la novedad de la existencia pascual, sin dejarnos vencer otra vez por el pecado.

El cristiano que cree en el Resucitado y celebra la Pascua "no peca", cumple sus mandamientos, se compromete a vivir su Nueva Vida. Y eso no sólo con palabras y cantos, sino en la verdad concreta de las obras: "quien dice: yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso". Si la Pascua fuera cantar los cantos o encender el Cirio, sería muy fácil. Pero la verdadera Pascua del cristiano es dejarse conquistar por la pascua de Cristo y comprometerse a un nuevo orden de cosas, a un estilo de vida.

Cuando nos faltan todavía cinco semanas de Pascua, es conveniente que la celebración, mirando a la experiencia pasada de la Pascua, como a sus raíces, mire también hacia adelante, preguntándonos todos si esta fiesta, y esta Eucaristía dominical en concreto, experiencia también del encuentro con el Señor Resucitado, nos están haciendo cambiar en algo que se vea. Porque la Pascua no es un aniversario. Es una gracia nueva y un camino que compromete.

Es dejar actuar al Espíritu del Resucitado en nuestras vidas.

 

Mons. Salvador Cisneros G.

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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