Custodiar la memoria de la historia y obra del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el corazón de la vida diocesana
Pastoral para la Comunicación.- En las páginas de la memoria de esta Iglesia Particular de Tijuana, sigue vivo el testimonio de quien fuera un insigne pastor que llegaría al surco de la misión en esta tierra de frontera en el año de 1970 como Obispo de la entonces Diócesis de Tijuana. A este propósito, se subraya el mensaje que los Obispo de México enviarán a propósito de la vida y obra del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo a quien se le arrebatará la vida un 24 de mayo de 1993. “Damos gracias a Dios por la persona, fecundo ministerio y profundo celo apostólico del Sr. Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo”.
“Quiera Dios que el luminoso ejemplo del Cardenal Posadas Ocampo sea estímulo y aliento para todos y, en especial, para cuantos continúan la obra de evangelización a la que el digno Purpurado dedicó toda su vida. Que el Señor, Príncipe de la Paz, inspire en los corazones sentimientos de concordia y armonía para que no se repitan actos de injustificable violencia, que ofenden la pacífica convivencia y la tradición cristiana del noble pueblo mexicano” (Mensaje del Santo Padre San Juan Pablo II con ocasión de las exequias del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, 27 de mayo de 1993).
En la custodia de la memoria social y eclesial es necesario tener presente entre otros datos, algunas referencias biográficas y situaciones particulares, que nos permiten apreciar, nuevamente, la grandeza de su vida y ministerio.
Nació en Salvatierra, Guanajuato, el 10 de noviembre de 1926. A muy temprana edad, a los 11 años, manifestó su deseo de ingresar al Seminario. Sin embargo, las circunstancias político-sociales del País lo impidieron, hasta que, algunos años después, ingresó al Seminario en Morelia, Michoacán. Durante su etapa de formación, se distinguió por su agudeza intelectual, su gran capacidad de relación y encuentro, así como al aprecio de las artes, en especial la música y la literatura.
Recibió la Ordenación Sacerdotal el 23 de septiembre de 1950. Comenzó el ejercicio de su ministerio presbiteral como Vicario Parroquial en Pátzcuaro. Posteriormente, se le pidió incorporarse como formador al Seminario de Morelia, donde impartió por muchos años, clases de latín, filosofía y teología. A finales de los años sesenta, además asumió el cargo de Vicerrector. Gracias a él, y a otros formadores, muchas generaciones de seminaristas de Morelia, y de otras casas de estudio, tuvieron un Plan de Estudios articulado y sólido. Como formador, se le recuerda como un sacerdote sencillo, disciplinado, generoso y cercano, que articulaba el magisterio, el apostolado y la constante convivencia con sus compañeros y seminaristas.
El 21 de marzo de 1970, el Papa Pablo VI lo nombró Obispo de Tijuana, responsabilidad que llevó con celo durante más de doce años. Esta primera etapa episcopal estuvo caracterizada por la entrega a la predicación y la preocupación por la evangelización, en aquella extensa y alejada área del territorio nacional. En el XV Aniversario de la Diócesis de Tijuana, llamó a la realización de una Misión Diocesana, afirmando que: “El pueblo de esta diócesis la necesita como una gracia y oportunidad para su bien, su salvación y su felicidad”. Con gran cuidado canónico y pastoral integró las estructuras eclesiales (asambleas pastorales, consejo presbiteral y de pastoral, comisiones diocesanas, y zonas pastorales, entre otras), dándoles cauce y dirección a través de sólidos planes y cartas pastorales –de muy profunda y rica teología–, así como sus constantes visitas a todas las parroquias del territorio diocesano. Destaca, también el esfuerzo por configurar un seminario diocesano, al servicio de toda una región pastoral que sirvió a otras diócesis ubicadas en el noroeste de la República Mexicana.
Que estos hechos permiten alentar y testificar que la vida de un verdadero cristiano, es siempre “un signo de contradicción”, pues todos los dones que hemos recibido, estamos llamados a ponerlos al servicio, como una ofrenda, para el bien de nuestros hermanos y de esta historia concreta…” afirmaban los Obispos en el mensaje del año pasado a propósito del 25 Aniversario de su sentido fallecimiento.