Los desafíos y las oportunidades del mundo actual

Hoy el ser humano ni está tranquilo ni tiene certezas. Está aceleradísimo y rodeado de paradojas. Las tecno-ciencias funcionan como si fueran el evangelio de la felicidad. La publicidad y la industria de la diversión son como fábricas de sonrisas.

Pero en muchos aspectos el mundo de hoy está en crisis y enfermo. La gente está abrumada por los objetos de consumo y los estereotipos de los medios de comunicación.

Al drama humano se suma la degradación del medio ambiente. Todo es objeto de compra y venta. Los pueblos son encadenados al mercado mundial. El hombre es degradado.

En cuanto a lo espiritual existe mucho afán por lo sagrado y hay diversas búsquedas de sentido. El éxito pastoral es medido con un patrón carismático. Resurge el fundamentalismo. Muchas personas rechazan estos fanatismos. Se difunden alternativas, que conjugan el humanismo con el fervor espiritual.

Sufrimos dolores de parto en un cambio de época a nivel planetario. Se le llama globalización, posmodernidad, cambio de paradigma, inicio de una nueva civilización.

Este cambio implica: comunicación digital, biotecnologías, economías del medio ambiente, redes y formas de representación social, diálogo y confrontación de corrientes espirituales.

Una señal de cambio radical es que hoy los adolescentes y los niños nos enseñas los avances tecnológicos. Este es un cambio radical en las relaciones entre los seres humanos y el medio ambiente. Cambio de paradigma.

Pero también tenemos oportunidades fascinantes: cada persona y el conjunto de la creación es convocada a la Vida. A esta búsqueda la podemos llamar: felicidad, amor a Dios y al prójimo, justicia y paz.

Nos obsesiona la planificación estratégica: se mercantiliza la felicidad, de forma secular o seudo religiosa (Navidad, Halloween). Cada día se emplea más el marketing pastoral. Todo danza al ritmo de la economía mundial.

Pero tenemos la oportunidad de generar una nueva fase de la humanidad.

La Iglesia debe asumir los desafíos: si hay un cambio de época, hay que movilizarse con audacia. Encarar los obstáculos: el hedonismo y la idolatría mundana.

Encarar las dificultades internas en la iglesia: el espiritualismo intimista, la pretensión de cristianizar mediante el marketing.

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

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