El árbol de Navidad, un símbolo de la fe que ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo
Pastoral de la comunicación.- Para la humanidad los árboles tienen un significado especial ya que en diversas culturas encontramos que el árbol tiene cierto significado antropológico, religioso y poético, incluso se les relacione con la fecundidad, el crecimiento, la sabiduría y la longevidad. Por lo cual, el árbol concentra variadas denominaciones, entre las que se resalta; el sentido de la unión del cielo y la tierra: que ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo, especialmente en el sentido de la fe, ya que el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado, del encuentro del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. Para los historiadores, los primeros documentos que nos refieren esta costumbre de colocar en Navidad árboles de abeto o de pino en las casas son del S. XVI-XVII, extendiéndose con mayor fuerza, cuando la Reina Victoria de Inglaterra para celebrar la Navidad hizo colocar un árbol en el palacio decorándolo con velas y adornos.
Entre otras perspectivas de reflexión, en torno al sentido espiritual y catequético el árbol de Navidad, el árbol aparece en la Biblia como un símbolo de la vida, el árbol que Dios coloca en medio del paraíso como fuente de la inmortalidad (Gen 2, 1-ss). Pero el árbol puede también simbolizar la falsa sabiduría, la soberbia y la muerte cuando el hombre se aparta de Dios (Gen 2, 16-ss) seducido por la apariencia engañosa de este árbol y comiendo su fruto (gen 3, 2-6). Así, las decoraciones nos recuerdan las gracias y dones que el hombre tenía cuando vivía en el Paraíso en completa amistad Dios. Por el nacimiento de Cristo, los hombres renacen y tienen acceso a la plenitud de la vida. El árbol de Navidad representa el haber recobrado dichos dones gracias al sacrificio de Jesucristo. Los adornos del árbol y las luces que se encienden representan el nuevo estado que ofrece el amor de Cristo.
Otro, ángulo del árbol de Navidad evoca el árbol que nace y que con el tiempo madurará en el árbol del cual saldrá la cruz, como nos recuerda la liturgia del viernes Santo: “Cruz amable y redentora, árbol noble y espléndido, ningún árbol fue tan rico ni en frutos ni en flor”. Se puede afirmar, en cierta forma que el árbol de Navidad nos recuerda el profundo sentido de la redención. Mientras que las luces aluden a la luz de Cristo en nuestra vida, así como la estrella coloca en la punta, representa a la estrella de Belén que anuncia la redención a la humanidad
Como recordaba, el Papa emérito Benedicto XVI; “Esta luz altísima, de la que el árbol navideño es signo y recuerdo, no sólo no ha perdido intensidad con el paso de los siglos, sino que sigue resplandeciendo sobre nosotros e iluminado a todos los que vienen al mundo, especialmente cuando deben atravesar momentos de incertidumbre y dificultad. Jesús mismo dirá de sí: ‘Yo soy la luz del mundo; quien me sigue, no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de vida”.