La Lectura Orante

         Con la pretensión de seguir procesos de crecimiento para la Vida Consagrada, en la Arquidiócesis de Tijuana, hemos tomado el Evangelio de los Discípulos de Emaús para hacer lectura orante o lectio divina en todo nuestro período de retiros espirituales mensuales del ciclo 2009-2010.       

         Guardar el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo pertenece a lo más originario de la vida consagrada.  La elección del pasaje evangélico de Emaús (Lc. 24,13-35), refleja el modo de ir juntos en esta experiencia de vida evangélica.        

        El proceso es simple y sencillo, como todo lo que es fundamental: reunirse, hablar sobre lo que nos ha ocurrido, compartir el Evangelio, releer la Regla, orar y alabar a Dios, celebrar la comunión fraterna, regresar a nuestros hermanos en fraternidad y a nuestros hermanos y hermanas del mundo entero con la Buena Noticia que ha transformado nuestras vidas.        

        Bueno sería para todos pasar por este proceso.  Lo primero es reconocer que vivimos en este momento cargados de interrogantes, de cansancio acumulado y de incertidumbres como humanidad, como Instituto religioso y como Iglesia.  Debemos ser sorprendidos en estos días por la llegada de una Presencia amiga que nos haga regresar a nuestras respectivas comunidades con esperanza y con anhelo de revivirla con las demás hermanas.        

        Sin pretender hacer un examen minucioso, saltan a la vista las razones válidas para adoptar este método como herramienta fundamental del camino de RENOVACION DE NUESTRA VIDA PERSONAL Y FRATERNA, SEGÚN EL EVANGELIO, EN EL CONTEXO VITAL DE NUESTROS TIEMPOS:

        —Es un método comunitario que nos invita al encuentro con el distinto en una actitud de búsqueda compartida.—Expresa una confianza en la capacidad del otro para comunicarse, para expresarse, para transmitir su experiencia personal de Dios.

        —Desde la centralidad de la Palabra y de la experiencia de la vida, realza la igualdad fundamental de todas las hermanas.

        —No depende de la cantidad numérica de los que componen el grupo, (el afán de estadística que tanto agobia últimamente a todas las instituciones), sino de la calidad del encuentro.

       —Promueve la práctica del diálogo: uno de los grandes retos de la sociedad pluralista en la que vivimos.

       —Es una práctica que brota de la esperanza y se hace operativa por la acción graciosa del Espíritu.—La primacía de la praxis es evidente: el método parte de la vida y quiere transformar la vida, pero siempre a la luz de la Palabra, no de las ideologías de turno.

       —Se trata de un itinerario no dualista, sino absolutamente integrador.  Es una escuela fértil hacia una fe integral.—Es un método crítico y hermenéutico que nos aleja de las tendencias fundamentalistas generadoras de violencia.

       —Es un camino que incluye la dimensión celebrativa, simbólica y festiva de la fe.

       —Es un método que se manifiesta históricamente propicio para la refundación.        

       Para remitirnos a los inicios formales de este método, habría que remontarse hasta Guigo, un monje cartujo, que escribió para mediados de 1150 el libro La escalera de los monjes en el que presentaba cuatro gradas para pasar de la tierra al cielo, refiriéndose al proceso o itinerario espiritual. 

       Estas cuatro gradas, según Guigo, son:

1.      Lectura: como estudio asiduo de las escrituras hecho con espíritu atento;

2.      Meditación: como actividad de la mente que con la ayuda de la propia razón procura el conocimiento de la verdad oculta;

3.      Oración: como impulso fervoroso del corazón hacia Dios;

4.      Contemplación: como elevación de la mente sobre sí misma que saborea las alegrías de la dulzura eterna.        

        En Latinoamérica y el Caribe, se hizo un esfuerzo extraordinario de devolver la Biblia al pueblo como pan que alimenta en el camino.  Así pues, con la propuesta de recuperar la lectura orante de la Biblia como método fundamental para la refundación en un cambio de época.        

       Guía de trabajo.          

      ¿Qué tan central es realmente la Palabra de Dios en tu experiencia de vida cristiana y consagrada?  ¿Cuál es la lectura predominante que solemos hacer de ella: como texto de estudio, como texto litúrgico, como texto devocional, como un momento de un proceso de análisis social…? ¿Y qué tanto recurrimos a ella para hacer una lectura existencial, de búsqueda de la voluntad de Dios? 

Fr. Juan María Huerta, ofm.

Ministro Provincial de la Provincia Beato Fray Junípero Serra

y Vicario Episcopal para la Vida Consagrada de la Arquidiócesis de Tijuana

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