Día Internacional del Migrante
18 de diciembre de 2013
B. 86 / 2013
Mensaje del Consejo de Presidencia de la CEM en ocasión del
Día Internacional del Migrante
El 18 de diciembre, convocados por la ONU, celebramos el Día Internacional del Migrante. En su mensaje Emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor, el Papa Francisco comenta que a pesar de los problemas, los riesgos y las dificultades que deben afrontar, lo que anima a tantos emigrantes es el deseo de un futuro mejor, no sólo para ellos, sino también para sus familias y personas queridas.
Advierte que la pobreza, la violencia, la explotación, la discriminación, la marginación, las restricciones de las libertades fundamentales, son algunos de los elementos que provocan muchos de los movimientos migratorios.
Ante esta realidad, pide actuar de modo nuevo, equitativo y eficaz, mediante la cooperación internacional y un espíritu de profunda solidaridad y compasión, a fin de crear condiciones para un desarrollo integral y vida digna para todos, lo que exige también el respeto y cultivo de la creación.
“El mundo sólo puede mejorar si la atención primaria está dirigida a la persona (…) en todas sus dimensiones, incluida la espiritual”, afirma el Obispo de Roma, quien pide comprender que los emigrantes y refugiados “no son peones sobre el tablero de la humanidad”, sino niños, mujeres y hombres que abandonan sus casas por muchas razones, y que comparten el deseo legítimo de ser “algo más”.
Señala que una buena sinergia animará a los gobernantes a afrontar los desequilibrios socioeconómicos y la globalización sin reglas, que están entre las causas de las migraciones. Y hace notar que esta colaboración ha de comenzar con el esfuerzo de cada país para crear mejores condiciones económicas y sociales en su patria, de modo que la emigración no sea la única opción. “Crear oportunidades de trabajo en las economías locales –comenta–, evitará también la separación de las familias y garantizará condiciones de estabilidad y serenidad para los individuos y las colectividades”.
En la construcción de un mundo mejor, el Papa propone un cambio de actitud hacia los inmigrantes, pasando del rechazo a una “cultura del encuentro”. Recuerda que la Sagrada Familia, formada por Jesús, María y José, experimentó lo que significa dejar su propia tierra y ser emigrante. Ellos, “amenazados por el poder de Herodes, fueron obligados a huir y a refugiarse en Egipto (cfr. Mt 2,13-14)”. Pero mantuvieron intacta su confianza en Dios. “Que por su intercesión –pide el Papa– esta misma certeza esté siempre firme en el corazón del emigrante y el refugiado”.
Finalmente, afirma que la Iglesia, fiel al mandato de Cristo, abraza a todos los pueblos y les lleva el anuncio del Evangelio, que proclama la dignidad del ser humano, misma que debe ser respetada y tutelada siempre. A los emigrantes y refugiados les invita a no perder la esperanza. Y a ellos y a los que trabajan en su favor, les imparte la Bendición Apostólica.
Ojalá, el Día Internacional del Migrante nos ayude a avanzar en la compresión, respeto, promoción y defensa de la vida y derechos de toda persona, de tal manera que autoridades y ciudadanos contribuyamos a crear tales condiciones de vida, que nadie se vea obligado a emigrar. Y que aquellos que han necesitado hacerlo, encuentren condiciones de seguridad en su tránsito y acogida en el lugar de destino, como corresponde a su dignidad humana.