Mons. Francisco Moreno Barrón: “La sabiduría verdadera, se aprende y se asimila a lo largo de la historia de la persona”

Pastoral de la Comunicación.- Con la Celebración de Acción de Gracias, se llevó a cabo el 50 aniversario de profesión de la Hna. María del Rosario Catalina del Niño Jesús Gutiérrez Plascencia de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús en compañía de las hermanas de la misma congregación, hermanas de otras congregaciones religiosas, sacerdotes, religiosos, laicos y familiares, en la Capilla de la Casa Cuna, Barruecos y Troncoso, la tarde del sábado, 16 de marzo del presente año.

Sencilla y solmene fiesta de los 50 años de bodas, de nupcias con Cristo Señor y Salvador. Es una fiesta en la que se hace presente toda la Iglesia, una fiesta eclesial de la Iglesia peregrina de la Tierra y la Iglesia del Cielo.

La Iglesia es hermosa, al peregrinar a través del tiempo, para un día llegar a su destino último que es Dios. De Dios venimos y a Dios vamos a regresar. Es importante que nuestra vida este orientada a Dios. Sin Dios nuestra vida no tiene ningún sentido.

El mandamiento más importante es el amor, porque Dios es amor y estamos llamados a amarnos entre nosotros y a experimentar el amor de Dios. Hace 50 años, que nuestra hermana Ma. del Rosario, se desposó con Cristo e hizo sus primeros votos como religiosa de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús, a través del cual Dios la llamó a realizarse en el amor.

Las personas cristianas mayores, son ejemplos de los niños, de los adolescentes, de los jóvenes. Llegar a una celebración jubilar de 50 años, marca entonces, una etapa que se debe distinguir por la sabiduría. La sabiduría no se adquiere en pocos años. La sabiduría verdadera, se aprende y se asimila a lo largo de la historia de la persona.

Nuestra hermana ha llegado a esta etapa como mujer de fe, una mujer consagrada para vivir como una persona sabia. Sabia por su manera de proceder, su manera de hablar, su manera de relacionarse con los demás, sobre todo, de su tesoro que lo encuentra en la Palabra de Dios y en la Eucaristía, en el Cuerpo de Cristo.

Celebremos esta misa en oración por nuestra hermana al ponerla como ofrenda en el altar, con el pan y con el vino, que no solo hoy, sino el resto de su vida sean de paz y plenitud. Concluyó nuestro arzobispo.

 

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