Papa Francisco en la 56 Jornada de las Comunicaciones Sociales 2022: “Saber escuchar, para curar esos males de la comunicación e información”
Pastoral para la Comunicación. – Como cada año en la Solemnidad de la Ascensión del Señor, la Iglesia celebra la Jornada de las Comunicaciones Sociales, a este propósito en su mensaje para la edición 2022, el Papa Francisco insta a los medios de comunicación a poner a la persona en el centro y no a los intereses de las partes.
Subrayado la importancia de la escucha para promover una buena comunicación a todos los niveles. Esta necesidad es aún más apremiante en un momento, marcado por la pandemia, en el que crece la necesidad de la gente de ser escuchada.
En su apertura el Mensaje afirma “Primero escucha, luego habla”, esto es aún más cierto cuando se escucha al Otro con el Shemá Israel, “Escucha, Israel”: el comienzo del primer mandamiento de la Torá -observa Francisco en el Mensaje- “se reitera continuamente en la Biblia, hasta el punto de que San Pablo dirá que “la fe viene de la escucha” (Rom 10,17). La iniciativa, en efecto, es de Dios que nos habla, al que respondemos escuchándole. Por lo tanto, la escucha conlleva natural e inevitablemente el tema del encuentro. Se trata de una cuestión crucial en la vida del hombre, que en la era de los medios sociales cada vez más omnipresentes, la desintermediación digital y la llegada de la inteligencia artificial se ha enriquecido con significados y desarrollos especialmente complejos.
El Pontífice ha señalado repetidamente como central para los profesionales de la información (y no sólo), pero que ahora se hace aún más urgente, en una época marcada por la pandemia en la que el distanciamiento y el aislamiento social no han hecho sino aumentar la necesidad de escucharse a sí mismo y a los demás.
La escucha exige silencio. No puedes escuchar realmente si el ruido tapa la voz de la persona que te habla. Fue el 21 de abril de 2020, en pleno confinamiento, cuando el Papa dijo en la misa de la mañana en Santa Marta: “En este tiempo hay tanto silencio. También se puede escuchar el silencio. Que este silencio, un poco nuevo en nuestras costumbres, nos enseñe a escuchar, nos haga crecer en la capacidad de escucha”. Una capacidad, “un arte” como hubiera dicho Goethe, del que se sigue sintiendo la necesidad.
Entonces, ¿qué pueden hacer los medios de comunicación, o más bien los operadores de la información, para responder a este “desafío” de la escucha, en un contexto tan fluido y sujeto a rápidos y a menudo turbulentos cambios de dirección? La “brújula” que Francisco ofrece para orientarse es básicamente sencilla: la persona (palabra mencionada seis veces en el documento).
De hecho, si en el Mensaje del año pasado animaba a los periodistas a ir a ver las historias de la gente allí donde están – a “gastar las suelas de los zapatos” – este año subraya que “para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado largo y tendido”. El Papa propone una especie de terapia de escucha también para curar esos males de la información que él mismo ha denunciado repetidamente. Escuchar quiere decir escuchar a hurtadillas “explotando a los demás en nuestro propio beneficio”, advierte en este Mensaje. Y con sensibilidad periodística, el Santo Padre señala que “para contar un hecho o describir una realidad en un reportaje, es imprescindible haber sabido escuchar, dispuesto también a cambiar de opinión, a modificar la hipótesis inicial”.
No faltan las experiencias positivas. Desde programas de radio que escuchan el malestar de los jóvenes hasta periódicos locales (la experiencia local es fundamental) que sirven de megáfono para los que no tienen voz, pasando por “experimentos sociales” en el ámbito de la comunicación digital donde la creatividad encuentra espacios inexplorados.
El Papa pide a los medios de comunicación, como a cada uno de nosotros (porque todos somos comunicadores), que vuelvan a poner a la persona al centro. Y apostar por la relación que siempre comienza inclinando el “oído del corazón” para hacernos cercanos a quienes encontramos en la encrucijada de nuestra existencia.