Mayo el mes dedicado a la Virgen María: “entre flores y oraciones”
Pastoral para la Comunicación.- Una mayoría tienen el recuerdo de que en su infancia acompañados por las mamás, catequistas o familiares se asistía a la Parroquia o al templo cercano para ofrecer flores a la Virgen María en el mes de mayo, lo cual no significa que estos signos y manifestaciones de la piedad popular en torno a la fe no tengan vigencia hoy. Por el contrario, seguir impulsando y saber que todavía hay comunidades, familia y grupos apostólicos que dan sentido al “ofrecimiento de flores” con el rezo del santo rosario, la meditación de la Palabra de Dios, alguna lectura espiritual o catequesis está presente en las comunidades parroquiales.
En efecto, dedicar el mes de mayo a la Virgen María es una devoción popular arraigada desde hace siglos, incluso la Iglesia la ha alentado, por ejemplo concediendo indulgencias plenarias especiales y con referencias en algunos documentos del Magisterio, como la encíclica Mense Maio de Pablo VI en 1965. “El mes de mayo nos estimula a pensar y a hablar de modo particular de Ella –constataba San Juan Pablo II en una audiencia general al empezar el mes de mayo en 1979-. En efecto, este es su mes. Así pues, el período del año litúrgico, [Resurrección], y el corriente mes llaman e invitan nuestros corazones a abrirse de manera singular a María”.
En este sentido, podemos detenernos en el gesto que el Papa Francisco ha mantenido desde el inicio de su pontificado, llevar flores a la Virgen más allá de las advocaciones, países y culturas. Seguramente habréis notado cada vez que el Papa entra en una iglesia – antes de hacer nada más – llevaba un ramo de flores a la capilla dedicada a la Virgen María.
¿Por qué ofrecer flores? “Es nuestro símbolo de gratitud, flores del regalo divino de la naturaleza. A veces necesitamos ese aspecto físico y visual para unirnos a lo que va más allá de nuestra humanidad, más allá de este mundo. Ofrecer un regalo terreno va más allá de palabras y oraciones. Es la expresión de gratitud de un hijo a una buena mamá, que quiere sólo lo mejor para nuestra alma”, resumen las variadas respuestas de los fieles, al igual que las que a continuación anotamos:
“Compro a menudo flores para casa, las pongo en un jarrón ante la estatua de María como agradecimiento por tantas intercesiones por mí y por mis seres queridos”.
“Es también un pequeño gesto que demuestra mi afecto y admiración por ella”…
“Cuando veo flores delante de su imagen, me acuerdo de su amor por mí, y que ese amor trae gran belleza y esperanza a mi vida”.