Nada hay oculto que no haya de descubrirse, ni secreto que no haya de saberse

Evangelio: Lucas 8,16-18

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la oculta debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la luz. Porque nada hay oculto que no haya de descubrirse, ni secreto que no haya de saberse y ponerse al descubierto. Prestad atención a cómo escucháis: al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará incluso lo que cree tener.

 

 

ORATIO

 

Señor, concédenos tu Santo Espíritu para que podamos entrar en un verdadero diálogo contigo y acoger con generosidad tu plan de amor sobre cada uno de nosotros. Haznos solícitos a tu Palabra, para que, mientras estemos a la escucha atenta y dócil de la misma, tú, Señor, suscites en cada uno de nosotros el deseo ardiente de volver a ponernos en camino contigo, abandonando el exilio de nuestras ilusorias seguridades. Ayúdanos a redescubrir, como hiciste con los exiliados vueltos de Babilonia a la tierra de tu promesa, la alegría de emprender de nuevo contigo el trabajo de la edificación de tu pueblo, la fatiga fecunda de ser Iglesia.

Entonces experimentaremos también la liberación del miedo y seremos verdaderos y creíbles testigos, conscientes de tu llamada para ser colocados en el lucernario que da luz a todos los que están en la casa. Sólo así podremos convertirnos en un signo luminoso de esperanza para este mundo nuestro.

 

 

Mons. Salvador Cisneros

Parroquia Santa Teresa de Ávila

 

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