Papa Francisco: denuncia las “historias destructivas que desgastan y rompen la convivencia”
Pastoral para la Comunicación. – El Papa Francisco lo subraya en su Mensaje publicado en la memoria de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. Un contenido que abarca un horizonte mucho más amplio que la profesión de periodista y toca a la comunidad de la propia Iglesia.
El Papa denuncia esas historias que “nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices”. Y, retomando un tema muy querido para él, estigmatiza la avaricia de la “charla y las habladurías” de los que “casi no nos damos cuenta” así como la mucha “violencia y falsedad” que “consumimos”.
La consecuencia última es la difusión de “historias destructivas y provocadoras que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia”. En riesgo está la dignidad humana, leemos en el Mensaje, que se ve despojada por la combinación de “información no contrastada” con la repetición de “discursos triviales y falsamente persuasivos” que hostigan “con proclamas de odio”. A todo esto, pide reaccionar con “coraje” para rechazar tales amenazas. En un mundo que sufre “muchas laceraciones”.
El Papa dirige su atención a la historia de Jesús, que muestra cómo a Dios le importa tanto el hombre y que para Él “no hay historias humanas insignificantes o pequeñas”. Ya que cada historia, incluso la más olvidada, puede “renacer como una obra maestra, convirtiéndose en un apéndice del Evangelio”. Cita algunas historias que han “escrito admirablemente el encuentro entre la libertad de Dios y la del hombre” desde las Confesiones de Agustín hasta Los Hermanos Karamazov. Nos invita a leer las historias de los santos y a compartir esas “historias que huelen a Evangelio” que cada uno de nosotros conoce. “Contarle a Dios nuestra historia nunca es inútil”, reitera, porque “nadie es un extra en el escenario del mundo y la historia de cada uno está abierta a la posibilidad de cambiar”. Por esta razón, señala, “incluso cuando contamos el mal” podemos reconocer el bien y “hacerle sitio”.